Cada vez
comemos peor y por lo tanto, cada vez
se hace más
patente la necesidad de mejorar nuestra
alimentación
Comida sana…
¿empresas sanas?
Vivimos
un novedoso momento. Son cada vez más
los cultores de la comida sana. Omnívoros,
crudívoros, macrobióticos,
orgánicos, veganos, partidarios
de los paleoalimentos, de la dieta disociada,
de las dietas más diversas.
La comida
en trance de convertirse en obsesión.
Esto tiene una explicación bastante
nítida: cada vez comemos peor y
por lo tanto, cada vez se hace más
patente la necesidad de mejorar nuestra
alimentación. No nos referimos
a la cantidad de alimentos, que es el
gran problema para buena parte de la humanidad
(en Palestina, en África, en Haití,
en el corazón de Sudamérica,
por ejemplo) sino a la calidad de los
mismos, cada vez más alejados de
una naturaleza que nos ha permitido sobrevivir,
mejorar, disfrutar durante milenios...
hasta ahora.
Ya no conocemos lo nutritivo
de una buena fruta o un buen trozo de
carne, porque la fruta ha sido regada
con agrotóxicos y la carne proviene
de animales con antibióticos, vacunas,
hormonas que les han provisto de tamaño
pero le han quitado, por ejemplo, la posibilidad
de llegar a viejos…
Poco a poco, la humanidad
va percibiendo los peligros de la comida
chatarra, de la comida basura, de la comida
industrial, de la comida procesada…
en rigor, casi todas denominaciones sinónimas.
Al fin y al cabo, tal ha sido
el camino de la humanidad, ensayo y error.
Cuando se ve que un salmón de criadero
ha aumentado su peso mucho más
rápido que uno silvestre, el primer
movimiento del hombre ha sido de alegría…
cuando se ve que una banana “tratada”
es más grande, más regular,
que una nacida naturalmente, pasa lo mismo…
solo en un segundo momento, el hombre
se va a dar cuenta que ese salmón
agrandado no llega a viejo (aunque no
lo carneen) y que eso significa que ya
joven tiene en su organismo algo que le
impide su desarrollo natural, y podrá
darse cuenta que lo que hace crecer tan
rápido al salmón es también
su agente de muerte prematura, así
como que aquella banana tan lucida que
inicialmente nos sedujera vemos que contiene,
por ejemplo, nemagón, el agrotóxico
que ha convertido en estériles
a millares de trabajadores de las plantaciones
bananeras en América Central…
Por eso, somos cada
vez más quienes advertimos que
el tan meneado sistema de la soja, que
tanto dólares brindara al país
(principalmente a los sojeros) viene incluyendo
un penoso, atroz, sordo impuesto de enfermedad
sobre los que están en contacto
con ese producto…
Pero la comida basura,
la comida chatarra, no es sólo
tal porque contenga ingredientes con agrotóxicos.
Existen muchos otros factores que han
ido introduciendo la comida contemporánea
en esta problemática.
Ha sido el mundo empresario
el que ha ido configurando alimentos con
las características para los problemas
que hoy en día asuelan a la humanidad,
no tanto con la flacura del hambre, que
había sido el “tradicional”
flagelo de los pobres, sino con la obesidad,
otra enfermedad con múltiples derivaciones
(facilita la diabetes, los trastornos
cardiacos, gástricos y muchos más).
Ciertamente, el mundo empresario se ha
desarrollado así porque la sociedad
se ha desarrollado así. Poniendo
nuestros alimentos al servicio del lucro,
que constituye el motor empresarial.
Super size me, documental donde Morgan
Spurlock fue comiendo tres comidas diarias
durante un mes en McDonald's para mostrar
el proceso que generó en su propio
cuerpo.
Para que
los empresarios dispongan de nuestros
alimentos para sus ganancias, la sociedad
ha tenido el mismo espíritu y han
sido las entidades reguladoras, el estado
en suma, lo que lo ha permitido con sus
regulaciones.
Hay dos empresas
al respecto modélicas: Coca-Cola
y McDonald's.
Significativamente las dos
son de origen estadounidense y son relativamente
contemporáneas. Coca-Cola sale
al mercado a fines del s. XIX como “un
tónico efectivo para el cerebro
y los nervios” (1891). Se afirma
ampliándose durante el s. XX con
consignas “democratizadoras”
como “un pobre bebe cerveza, un
millonario bebe champagne, pero seguramente
los dos beben Coca-Cola”.
Su expansión
fue tal que en 1926 “la compañía
informó /…/ Ahora que todo
el mundo la bebe, una cierta camarilla
/…/ ha descubierto que la Coca-Cola
produce más adicción que
el opio, es más perjudicial que
el tabaco y más perniciosa que
el whisky”.
Campaña concientizadora de México
tomada de http://alexitannh.blogspot.com.ar.
En
cuanto a McDonald's, su origen es en la
década del 30 del s. XX y cuenta
con un arrebato piratesco en su propio
origen; quien le compra la marca a los
hermanos McDonald, Ray Kroc, se encarga
de fundirlos con artimañas comerciales
e ignorando el pago acordado con la compraventa.
Por lo que acabamos
de ver, Coca-Cola y McDonald's hicieron
su agosto en EE.UU. en la primera mitad
del s. XX.
¿A qué
se debió su éxito? Un dietólogo
sueco, Lasse Berg, explica que los cambios
de alimentación de la primera mitad
del s. XX en EE.UU. obedecieron al uso
masivo de “lo dulce”, fundamentalmente,
azúcar, y de lo graso, especialmente
aceite de palmera. Ambos ingredientes
estimulan la ingestión. Son “tentadores”.
Hoy en día, sabemos
un poco más sobre calidad alimentaria
y, por ejemplo, ya nadie puede sostener
aquel juicio inicial de Coca-Cola como
tónico para el cerebro y los nervios.
Por contener tanta azúcar tiene
un efecto energizante, pero ahora sabemos
que el azúcar, su exceso, es uno
de los peores alimentos, que está
en la base de la comida basura y es causa
o concausa de una serie escalofriante
de enfermedades.
Lo mismo podemos decir
de las comidas grasas. Apetitosas, pero
muy poco saludables.
Y ahora tenemos una
novedad, una vuelta de tuerca: la empresa
Montevideo Refrescos, de Coca-Cola, promueve
el ejercicio físico como medicina
pediátrica… para nada, claro,
acabar con la ingestión de Coca-Cola,
uno de los orígenes de tantas enfermedades
infantiles (desde caries a Sindrome de
TDAH).
A pesar de lo paradójico estas
empresas suelen organizar y patricionar
eventos deportivos.
Y McDonald's “te
invita a tener una alimentación
balanceada” , brindando una serie
de datos en un “calculador nutricional”
para que te alimentes con todos “los
menús ofrecidos por McDonald's
para conocer cuántas calorías
y nutrientes aporta cada opción
y elaborar tu plan de comidas diarias.”
Es llamativo el monopolio
alimentario que nos plantea McD. Con total
descaro. Ignorando expresamente la investigación,
reciente, que Morgan Spurlock hiciera,
con su propio cuerpo, comiendo tres comidas
diarias durante un mes en McDonald's y
filmando un documental que mostrara el
proceso.
La empresa ha boicoteado
los resultados de ese experimento que
Spurlock debió suspender bajo control
médico, porque todos sus valores
en sangre y orina estaban profundamente
deteriorados, p. ej., un aumento feroz
de colesterol, su peso se había
disparado, etc. Cuando se la estrena en
Buenos Aires, llamativamente, careció
de toda propaganda oral, escrita o televisiva
y no duró en cartel más
que la semana mínima, “como
para cumplir”, con muy poco público
(decenas o apenas contables con los dedos
de dos manos).
Que empresas dedicadas
a hacer alimentos que dañan más
de lo que sanan, participen en campañas
de buena alimentación es indudablemente
una picardía comercial. Que tiene,
en realidad, un carácter canallesco,
invocando algo que nunca las ha caracterizado.
Así andamos por
el mundo.
Luis E. Sabini
Fernández
[email protected]
En Bolivia McDonald´s
no pudo
Un solo país logró resistir
durante años el acoso del imperio
de la hamburguesa, hasta que consiguió
convencer a los responsables de este ejército
de comida rápida que, al menos
en aquella esquina del mundo, la batalla
estaba perdida.
Esto a pesar de que durante cinco años,
entre 1997 y 2002, McDonald´s hizo
lo imposible por adaptarse a los gustos
del consumidor boliviano, aún a
riesgo de adulterar su imagen internacional.
De esta manera, incorporó a sus
menús la llajwa, la salsa con la
que los clientes de aquel país
aderezan sus platos, y acompañó
a los clientes con las melodías
folclóricas más pegadizas.
Sin embargo, ni así funcionó
y la casa norteamericana de hamburguesas
decidió cerrar los ocho restaurantes
que había abierto en las tres principales
ciudades del país, La Paz, Cochabamba
y Santa Cruz.