Más información
no necesariamente significa más razonamiento...
La Tele lo apaga
Hace muchos años,
1973 exactamente, me parecía que
ver a una señora almorzar por TV
era una pavada. No imaginaba por entonces
que con el correr de los años sería
peor. Así las cosas fueron empeorando
con la complacencia de los televidentes.
Así, apareció “Hola
Susana”, Mauro Viale y Marcelo Tinelli,
sin duda, el punto culminante de la vacuidad.
Todo esto es la
muestra de que, desgraciadamente, vivimos
en un país que culturalmente viene
en caída libre, y que dicha caída
no ha encontrado su piso.
Una multitud de gente desconocida, sin mérito
alguno puebla las pantallas de la mañana
y de la tarde, convirtiendo un medio de
comunicación en un lupanar gigantesco
y en continuado.
Es esperanzador
que se verifique un menor nivel de encendido.
Pero esto no amedrenta ni a Rial, ni a Tinelli.
Y en este contexto los televidentes no alcanzan
a entender la diferencia entre pensar y
mirar.
Pocos nos acordamos
de aquella televisión en la que había,
pocos “periodistas“, y muchos
actores. Porque también es arte la
buena actuación de un actor o una
actriz, en la novela de la tarde. Hace bastante
más por la cultura, que los gritos
desaforados y las ideas falaces propagadas
por señoras, sin mérito alguno,
nietas de celebridades como único
estandarte.
En general, la mayoría
de los conductores/as maneja un léxico
de 300 palabras y ninguna idea; 300 palabras
y ningún saber han dado como resultado
esta “televisión amarilla”
que no tiene nada que envidiar a aquella
prensa en la que por lo menos había
que saber escribir.
Con el pequeño
equipamiento intelectual con el que cuentan
no podemos esperar que se sonrojen cuando
mienten a sabiendas, cuando difaman, o cuando
creen ser portadores del bien absoluto.
En realidad, lo único que están
haciendo es “vender” hechos
sin importancia, imaginados por algún
afiebrado guionista, u opiniones que no
son más que un reflejo del dueño
del medio. Por eso, esta gente cambia de
idea según el canal que estén
en el aire.
Es bueno que los
televidentes sepan que muchos de esos programas
que creen espontáneos son enteramente
guionados, desde el saludo inicial hasta
el final.
Si hace 40 años
pensaba que el programa de Mirtha Legrand
era altamente idiotizante, ahora toda la
TV lo es, por lo menos en un 90 %. Solo
hace falta un despliegue absoluto de caradurismo
para parase delante de una cámara
y sentirse Lydia Lamaison en el Cervantes.
Y lo peor, es que este despliegue de idiotismo
atrae al público.
Es bueno señores
televidentes que sepan que ustedes les pagan
a estos… vaya a saber qué son.
Cada vez que compran una lata de tomates,
o una bebida cola le están pagando
la publicidad que ponen en los medios, en
los programas que pagan el sueldo a estos
brutos para que lo embrutezcan a usted.
Sueldos que son infinitamente superiores
al suyo.
Y si pagan cable…
hagan las cuentas…
Verá que
paga el doble, es decir, el servicio de
cable y la publicidad que el cable cobra
con lo que usted paga cuando consume los
productos que promocionan.
Usted paga su propio castigo
y de su falta de libertad, porque ellos
son los dueños de sus ideas.
Haga el ejercicio
de analizar cuantas veces por día
se encuentra repitiendo al pie de la letra,
sin comprender muy bien porque, lo que la
tele le ordena.
Sea cual sea su
ideología política, lea el
diario, cualquiera. Apague la tele.
Usted paga para no ser libre… ¿Lo
hace feliz?
Viviana Campos
[email protected]
Imagen: Homero Simpson. De Matt Groening.