Había una vez
un globito
La culpa la tiene el gobierno
anterior… Mientras, pagar lo que
no corresponde. Endeudarnos. Enriquecerse
a costa del estado. Evadir a Paraísos
Fiscales mientras a los laburantes se
les controlan los centavos. Culpar a la
gestión anterior cuando día
a día queda todo más impregnado
en la bazofia delincuente, con evasión
y corrupción, trabajo esclavo,
trata de blancas y no sabemos cuántas
cosas más que salpican de diestra
y siniestra. Como la asociación
con Iron Montain donde se quemó
muchísima información, con
el costo de casi una docena de rescatistas
muertos. O como tener desde el estado
un espacio alquilado a la vicejefa de
la Legislatura, donde meten miles de pibes
empastillados y le cortan el agua con
el costo de varios muertos.
No es necesario tener
el cerebro de Einstein para comprender
que tienen un blindaje informativo increíble;
tanto que afuera se habla más de
los desmanejos que en este mismo país.
La mordaza fue bajar la incipiente ley
de medios concentrando todas las voces
en un insoportable coro de sirenas a favor
del gobierno. Como si fuese poco, el “paladín
de la lucha para diferenciar poderes”
tiene a su vez parte importante del Legislativo
a su favor. Y se dedican a perseguir con
jueces a la anterior gestión, inmiscuyéndose
en cuestiones del ejecutivo con artimañas
legales (como hicieron ya en Brasil, Honduras
y Paraguay). Y compraron diputados veletas…
Pocos se salvan de la estafa al pueblo
argentino. Para el presidente la culpa
siempre es del otro y nunca está
empapado en nada… “Las inundaciones
se remedian cuando termine la lluvia”.
Y D´Angeli que explícitamente
pide trabajo infantil. “Ley de la
felicidad”, bailecitos bochornosos
en el balcón de la Rosada.
Los subsidios quitados
impactan sobre los laburantes –subiendo
drásticamente los costos de los
servicios que brindan grandes empresas–
mientras les dan más ventajas,
ayudas y descuentos a los que más
tienen. Echan gente a lo pavote. Ofrecen
trabajo “de calidad” a sus
amigos y, por otro lado, acuerdan con
McDonald para que sea legal pagar por
debajo del mínimo imponible, eso
sí, aportando desde las arcas del
estado para esos sueldos, en claro beneficio
a esa multinacional.
No me gusta ver chicos
con hambre. Y desde donde estoy, como
laburante, claramente no me sirve que
siga esta gestión de CEOs atendiendo
a ambos lados del mostrador, beneficiando
su propio bolsillo en perjuicio del país.
Esto es tan inaudito que ni siquiera se
vio con Menem: si transaban eran dos personas
diferentes ¡no el mismo!
Quiero sí, como
posiblemente algunos de lo que lo votaron,
un país en serio. Pero no quiero
una sociedad excluyente, solo para ricos
y amigos del poder. La disfrazan de meritocracia,
cuando el único mérito que
tienen es haber nacido donde nacieron…
La realidad es que hay clases sociales
y la movilidad nunca fue menor que ahora.
Salvo que te hayas subido al barco a tiempo,
claro, desintegrando ideales, vendiendo
tu alma. Repitiendo como loro que los
que roban son los otros. O que seas de
los que en lugar de dos puedas comprar
dólares por cinco millones por
mes.
No quiero que desmantelen
lo que nos potencia (Arsat, líneas
áereas de bandera), ni que tiren
abajo la educación y la salud pública
(donde ellos no se atienden). No quiero
que se descuide la cultura a escala barrial.
No quiero que los comercios del barrio
cierren por falta de clientes. No quiero
relaciones carnales con EEUU; quiero potenciar
el Unasur. Creo en otros caminos. Sé
diferenciar cuando me quieren enchufar
espejitos de colores. Conmigo no cuenten
para el cuentito del globito. Aunque la
culpa no es del globo sino de quien lo
infla.
Rafael Sabini
[email protected]