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Las dos cortadas del barrio del Abasto, Zelaya y Gardel,
con serios problemas habitacionales

Un incendio y un desalojo
golpean al Abasto más vulnerable

A fines de julio ardió el edificio de Zelaya 3126-28. Casi una treintena de familias desde entonces duerme en la vereda a la espera de una solución edilicia. En la madrugada del 12 de agosto, habitantes de Casa Pantano (pasaje Gardel 3151) hicieron una vigilia de resistencia contra un operativo de expulsión, lograron posponerlo 90 días.


Foto: @CharlyFol


    En las últimas semanas dos hechos golpearon a familias vulnerables del Abasto. En Zelaya y Anchorena la caída de una vela en pleno apagón decantó en tragedia: un inmueble ardió y sus 27 familias tuvieron que montar un campamento en la vereda. Realizan gestiones tribunalicias mientras reciben ayuda y alimentos de vecinos, agrupaciones políticas y del gobierno local. Mientras tanto, la situación en la Casa Pantano del pasaje Gardel se encamina a un final adverso para sus 25 familias: el 12 de este mes estaba pautado un desalojo. Esa madrugada, agrupaciones sociales hicieron una vigilia de resistencia.
    El lunes 8 de agosto se hizo una Asamblea Popular por el Derecho a la Vivienda en el Pasaje Carlos Gardel 3151. Participaron habitantes de inmuebles en desalojo, inquilinos, vecinos, ciudadanos con problemas en el acceso al derecho a la vivienda en general y agrupaciones sociales y políticas, informan sus hacedores. En el caso interviene el Juzgado Civil 52º de la Ciudad de Buenos Aires.
    Además, la situación en Casa Pantano está ligada a un emprendimiento inmobiliario. Si bien es un edificio protegido por ley, cuenta con protección de la Legislatura desde el año 2006, hay aval para hacer una “demolición parcial”. En el Boletín Oficial del 8 de agosto de 2014 apareció una disposición (N°1173) que lleva la firma del Director General de Interpretación Urbanística. En la misma se considera “factible desde el punto de vista urbanístico, y en un todo de acuerdo a lo expuesto en los considerandos de la presente, el Proyecto de “Ampliación, Puesta en Valor, Refacción y Demolición Parcial“, para el inmueble sito en la calle Carlos Gardel N° 3149 /51 /55 /57 /59”.
    Allí también nombran: “Se promueve una edificación destinada a “Vivienda multifamiliar - Local Comercial y Cocheras“, con dos diferentes niveles de subsuelos, planta baja y 10 niveles, más sala de máquinas, respetando el perfil edificable del Distrito de implantación y en fuerte vínculo con el entorno de acuerdo a los perfiles medianeros preexistentes”.
    En ese entonces, el Observatorio de Patrimonio y Políticas Urbanas lamentó y condenó la iniciativa y advirtió que allí “se quiere construir una torre”.
El año pasado los vecinos de Casa Pantano habían propuesto levantar allí el “Museo de la Vivienda Social”. Hicieron jornadas frente al edificio con apoyo de legisladores, comuneros y agrupaciones políticas.
     En aquel entonces habían denunciado que ellos pagaban sus alquileres tal como habían acordado con la dueña, Estela Pantano Macello, una de los herederos del dueño original de la casa, de ahí el nombre del inmueble. Sin embargo, la dueña, denuncian, inició la demanda por la falta de pago de todos sus inquilinos, quienes abonaban entre 750 y 1800 pesos las habitaciones, descuidadas, así como sus pasillos con andamios para evitar derrumbes, hasta hace cuatro años. A cambio, sólo les quedaba un ticket del Banco Credicoop, adonde depositaban la renta. Peor aún, el pago de la mensualidad quedó en segundo plano en el último tiempo al saber que la casa fue vendida un grupo inmobiliario que pretende hacer un edificio moderno por dentro, resguardando la fachada original.


     El 21 de julio, luego de varios días sin luz y consecuencia de la caída de una vela, se prendió fuego un edificio del pasaje Zelaya, donde viven 27 familias. Hubo heridos que fueron atendidos en el Ramos Mejía. Intervinieron agentes de Bomberos, Policía Federal, BAP, Defensa Civil y la Defensoría del Pueblo de Capital.
    Al principio hubo miedo en los vecinos, quienes denunciaron malos tratos policiales. “Pensamos que nos iban a desalojar”, contó a este medio una de las vecinas que hace guardia de noche mientras la mayoría de sus hijos y compañeros duermen. Se higienizan con bidones de agua y quienes pueden se bañan en casas de familiares o amigos.
     Ahora las familias cuentan con asesoramiento jurídico y tramitan subsidios habitacionales ante el gobierno porteño. “No podemos entrar al edificio porque tiene peligro de derrumbe la parte trasera, estamos haciendo gestiones para poder ingresar y pagar arreglos y mantenimiento”, agregó el vecino Carlos, también de vigilia.
     A una semana del incendio, el día 29, las familias de Zelaya 3126-28 cortaron la esquina de Corrientes y Agüero, frente al shopping Abasto. Ahora, los habitantes de Zelaya, además de las vigilias, tienen asambleas comunitarias al menos una vez por semana. Participan sus abogados, habitantes de viviendas linderas y agrupaciones sociales y políticas, las cuales les han hecho donaciones de alimentos no perecederos y pañales.
     “Estamos en la calle por el incendio, antes no había problema con los dueños del edificio. Esperamos que siga así, que se den todas las gestiones y podamos volver a dormir en nuestros hogares”, concluye el vecino Carlos.

J.M.C.



Revista El Abasto, n° 194, agosto 2016



 

 

 

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