Bambalinas sensuales
de una vida de novela
La obra de Eloísa
Tarruella que exhibe Teatro Pan y Arte
(Boedo 876) los sábados a las 20
recrea la vida de la escritora Anaïs
Nin, ícono de la literatura erótica
del siglo pasado, y su historia de amor
con el escritor Henry Miller.
Amó, escribió,
ardió en pasiones, tomó
riesgos. Anaïs Nin está vigente
en las letras de hoy en día por
la intensidad de sus sentimientos, por
las palabras que puso a la aventura que
le significó “explorar el
cuerpo de su historia y la historia de
su cuerpo, siempre en libertad”.
Su fuego aún arde.
La niña
que, abandonada por su padre a principios
del siglo pasado, comienza un diario íntimo
jamás hubiera pensado que ese torrente
de párrafos confesionales, desgarrados,
a los gritos, iban a seguir latente, luego
de su muerte, en películas, obras
teatrales, poemas, memes de internet;
en inspiración para amantes de
todos los tiempos.
Sobre Anaïs, en
definitiva, se escribió, filmó,
habló mucho. Nunca suficiente.
Así lo demuestra Eloísa
Tarruella y equipo dentro de la hermosa
sala del Teatro Pan y Arte de Boedo. Un
chapuzón a pelo muestra cómo
Anaïs se convierte en Anaïs:
con las llamas de punta.
Son los años
treinta, suena jazz de fondo. París
aún es una fiesta. Anaïs y
su marido banquero se entreveran con el
escritor Henry Miller, sus deudas financieras
y su esposa June. La salida de a cuatro
entrelaza a ambos escritores en cuerpo
y alma.
Esta colisión
de hormonas, deseos, pieles, tiene su
capítulo literario: Miller lucha
página a página para elaborar
Trópico de Cáncer, una de
sus obras cumbres; Anaïs da pelea
en sus diarios. La admiración mutua,
en la cama y en las letras, forja un vínculo
que los actores llevan a tierra con absoluta
entrega, talento y fulgor.
La obra vira entre dos escenarios:
la casa de Anaïs y la de Henry. Los
amantes se llaman de un lado a otro. Van
y vienen. Los diálogos tienen mucho
de no, pero siempre terminan en el sí
apasionado. También hay lugar para
el reproche marital, para el monólogo
indeciso, para evocar sueños y
pensamientos difusos. Hay proyecciones,
juegos de luces; la dramaturgia se sirve
de un rico puñado de texturas para
contar a Anaïs en todos sus estados.
Esta obra está
hecha para perdurar. La historia de dos
amantes rotos que arden en la literatura
de desentramar sus sentimientos es universal.
Tras los pasos de Anaïs y Henry nuevas
parejas vagabundas ocuparon, y ocuparán
de aquí en adelante, el deseo de
“explorar el cuerpo de la historia
y la historia del cuerpo, siempre en libertad”.
Aún así, la foto sepia de
aquel hombre en traje oscuro y cara pugilista
con anteojos en brazos de la niña
mujer pálida de mirada honda y
pausada nos devuelven la historia de un
amor atolondrado, intenso, profundo y,
por todo eso, eterno.
J.M.C.
FICHA TÉCNICA. Obra: Anaïs.
Dramaturgia y dirección: Eloísa
Tarruella. As. de dir.: Martina Simeoni.
Actores: Florencia Berthold, Ariel Nuñez,
Florencia Naftulewicz, Santiago Pedrero.
Escenografía: Valeria Lía
Martínez. Vestuario: Soledad Gaspari.
Luces: Patricia Batlle. Audiovisual y
Post-producción: Patricia Batlle.
Música: Florencia Albarracín
y Juan Matías Tarruella de Láudano
en Canciones. Diseño Gráfico:
Matías Lucewicz. Fotografía:
Trigo-Gerardi. Coreo flamenco: Eva Iglesias.
Animaciones: Gabriel Mosetto. Grabación
de voz off: Estudio Iván Espeche.
Producción: Tarruella, con asistencia
de Meri Lucewicz y ayuda de Manuel Clifton.
Prensa: Correydile. Duración: 80
minutos. Sala: Teatro Pan y Arte, Boedo
876.