Borrar vestigios
de lo incluyente
Hay quienes
sostienen que la vida es cíclica
y que la historia se repite, primero como
tragedia y luego como farsa. Cuando vemos
lo que está pasando en estos días
y recordamos o leemos lo que sucedió
después del primer gobierno de
Juan Domingo Perón uno se pregunta
si no hay realmente algo de cierto en
esa lectura de lo cíclico de los
cursos vitales.
En 1955 bombardearon
la Plaza de Mayo con gente adentro. Luego
fusilaron, encarcelaron, desaparecieron,
prohibieron y hasta proscribieron el peronismo.
Y este volvió. La última
vez, de modo camuflado, trajo su sistema
incluyente con los Kirchner.
Ahora pretenden
hacernos creer que la miseria que renace,
los ajustes, las subas y el descalabro
reinante es todo culpa de la “pesada
herencia” sin reconocer que heredaron
un país andando, independiente,
con mil problemas, pero sin desnutrición
infantil, con posibilidades para la gente
que apuesta al país y con empresas
de bandera que éstos se apresuraron
en desmantelar o vender, al igual que
los Arsat.
En ese marco se
puede ver el correo renovado como el Centro
Cultural Kirchner renombrado, el busto
de Néstor Kirchner del Ministerio
de Agroindustria, avenida Paseo Colón
al 900, quitado. Otros, muchos, dañados.
El odio de la derecha, irradiado vía
los medios de incomunicación de
masas (no solo los de Mitre y Magnetto,
también los de Fontevecchia y muchos
otros) no solamente ha logrado poner para
cuidar al gallinero a un equipo de zorros,
sino que viene dividiendo con odio al
país. Mientras culpa por la división
a los otros. Y en todo este entramado
se llega a un punto en que se pretende,
juez Bonadío mediante, quemar 60.000
kit Qunita porque se las identifica con
la anterior gestión. O porque simplemente
se cagan en los que menos tienen.
Rafael
Sabini
