Sonreir,
pero no ser zonzo
Estamos ante
un cambio de paradigma importante. Quitándole
protagonismo a la mente para reencontrarnos
con el ser. La humanidad está comenzando
(módicamente y muy pocos) a pasar
del protagonismo del ego a entregarse
a ese ser espiritual que cada uno lleva
dentro.
No solamente los
que hacemos yoga, como tantas otras actividades
de desarrollo personal, sabemos que los
estados de ánimo influyen muchísimo
en nuestras vidas, por suerte hoy nos
avalan también las neurociencias.
Por ejemplo, sabemos que el cerebro recoge
información de los intestinos y
el corazón al punto de que hay
científicos que hablan de tres
cerebros (el del cráneo, del corazón
y del tubo digestivo). Recordemos, por
ejemplo, que la hormona de la calma, la
serotonina, se produce en un 90% en los
intestinos.
La actitud positiva ante la vida -el optimismo-
genera posibilidades. Sabemos de la importancia
y el poder de la sonrisa, nuestro cuerpo
responde a nuestra sonrisa pasando así
a lograr sentirnos bien. Sin mencionar
las relaciones con el otro. Lo mismo con
el uso de las palabras positivas. Mientras
las negativas aumentan el cortisol, la
“hormona del miedo”, las positivas
(como endorfina, seratonina y dopamina)
se estimulan con pensamientos positivos,
el placer, haciendo lo que nos motiva,
el contacto con otros, la naturaleza y
el sol y con la actividad física.
Por ende, podemos hacer cosas de modo
consciente para cambiar nuestros estados
emocionales.
Haciendo mención
a este tipo de saberes hay quienes, desde
los ámbitos de poder, lograron
generarse poder político. Así
es como bajo consignas vacías,
como “sí se puede”
(sin objeto directo) y globitos de colores
nos han vendido la “nueva no política”
por un cambio.
Si bien la autocrítica
excesiva, al punto de ser autodestructiva,
se convierte en el peligroso distress.
Sin embargo, eso no implica no ser autocrítico;
el error es volver a castigarse cada vez
que recordamos un acto indebido.
Lo mismo con el entorno.
Mirar y ver todo malo muestra que no andamos
bien. Pero mirar y ver todo bueno solo
muestra que andamos... ¡chicatos!
Porque este mundo no es perfecto, lo hacemos
diariamente.
La mente es una herramienta
tal vez sobreevaluada que necesitamos
por momentos dejar descansar (meditar).
Pero sería importante que en momentos
en que se toman importantes decisiones
cívicas se emplee para no caer
en la trampa de espejitos de colores y
terminar eligiendo un cambio donde “sí
se puede” golpear pobres, ceder
ante la voluntad del imperio (y ex-imperios),
desalojar gente, generar ajustes, tarifazos,
meter presos políticos, macanear
al pueblo, etcétera. Aflojemos
sí con la fijación en la
mente, que viene llevando al mundo, desde
Occidente, al colapso y “respiremos
por el planeta”. Pero no dejemos
de usarla, porque es una herramienta muy
poderosa. De lo contrario no nos manejará
nuestra mente, pero sí otros.
Rafael
Sabini