Encuentro con el doble de
Gardel: Rafael Rojas
La leyenda continúa
La gente de la inmobiliaria Caputo nos había
hablado de que ellos tenían trato
con un cantor de tangos que cantaba idéntico
a Gardel y quien, de hecho, se ganaba la
vida haciendo de nuestro prócer del
tango en La Esquina de Gardel. Fue así
como se nos despertó la curiosidad
y acordamos una cita con este personaje
en el mismo local de la inmobiliaria.
Así conocimos a
Rafael Rojas. Chileno el hombre. Debo reconocer
que de todas las notas que hice para la
revista El Abasto esta fue, probablemente,
la que más disfruté, en la
que mejor me sentí. Y esto es obra
de Rafael, nuestro entrevistado. El tipo
da todo el aspecto de ser un buen hombre
y a medida que uno lo va tratando por más
que su imagen no lo delate uno va descubriendo
que está frente a un artista sencillo
y bohemio; así se desprende una calidez
humana y buen humor que le otorga a su personalidad
un cierto toque distintivo.
Tanto nos sorprendió
esto que pasaba que, una vez terminada la
nota charlamos los que hicimos esta nota
y nos confesamos que aunque parezca extraño,
por momentos, mientras charlábamos
con Rafael Rojas, sentimos el ángel
de Gardel dando vueltas en esa conversación.
Pegamos tanta buena onda
con nuestro reporteado que durante la entrevista
nos invitó hasta su casa para mostrarnos
material suyo como notas de otros medios,
fotos y discos suyos así que hacia
allí enfilamos. Y entre cerveza y
cerveza esto fue lo que nos dijo:
Rafael Rojas: Este disco mío es el
tercero. Se llama La leyenda
continúa. Y aunque
no lo puedan creer no tiene ningún
tango de Gardel, son todos posteriores a
él.
El Abasto:
¿Y cómo nace esta historia
de cantar con el mismo estilo que Carlitos?
R.R.l: Es una larga historia. La primera
vez que escuché hablar de Gardel
vivía en Florencio Varela. Ahí
estaban todos esos dichos: anda a cantarle
Gardel, por ejemplo. Además, mi padre
compró por novedad las primeras catorce
grabaciones de Gardel pero quedó
completamente desilusionado. Porque él
pensaba que iban a ser buenas como sus últimas
grabaciones pero éstas eran puros
lamentos. Lo curioso es que a mi viejo no
le gustaban y a mí sí y yo
tendría apenas seis años.
Después no fuimos
a vivir a Alemania. Diez años vivimos
ahí. Mirábamos mucho cine
mexicano allí con mi viejo y mis
hermanos. Y teníamos mucha influencia,
por eso, de la música mexicana. En
esa época empecé a tocar la
guitarra, todavía no cantaba. Gardel
ahí había quedado en el recuerdo.
El Abasto: ¿Y
cómo volves a conectar con el tango
de Gardel?
R.R.: Cuando volvemos de Alemania nos instalamos
en Uruguay. Imagínate que después
de estar tanto tiempo viviendo en Europa,
con toda la nostalgia que uno tiene, es
lógico que me agarrara tan fuerte
toda la onda Gardel. Y más en Uruguay
que son tan gardelianos.
En Uruguay al principio nos fuimos a vivir
a una pensión y fíjate yo
estaba como loco porque por donde pasara
sonaba un tango de Gardel. Pasaban las radios
temas de colección que yo acá
no he escuchado nunca. Fue así que
empezó a agrandarse mi repertorio.
Porque uno siempre escucha lo mismo de Gardel:
Volver, El día que me quieras, Melodía
de arrabal. Y no te sorprende escuchar esto.
Pero cuando escuchas cosas nuevas es diferente.
Por esto, mucha gente creía que Gardel
seguía vivo. Cada día canta
mejor porque uno escucha canciones no tan
conocidas de él y se sorprende y
así la gente decía “éste
está escondido en alguna parte cantando
y sigue grabando”....
El Abasto: Como
el mito de Elvis Priesley que está
vivo o de Luca Prodan que está en
Formosa.
R.R.: Exacto. El tema es que en Uruguay
empiezo a aprenderme sus temas sin ninguna
dificultad. Ni siquiera, escribía
las letras, se me grababan de sólo
escucharlas. Era mágico. Y como no
podía cantar en la pensión
porque mucha gente quería descansar
empiezo a ir a las placitas para cantar
y se me acercaban los veteranos y me daban
plata. Y yo les decía “pero
estoy ensayando porque no lo puedo hacer
en la pensión”. Y ellos me
decían “¡Ah! Pero que
bueno lo que estás haciendo, pibe.
¡Es impresionante! Estás resucitando
a un muerto”. Yo no tenía ni
idea de lo que estaba haciendo. Después
compró mi papá una granja
a treinta kilómetros de Montevideo
y, casualmente, ahí éramos
vecinos del payador de la patria del Uruguay,
Héctor Umpiérrez, que se volvió
loco conmigo y empezó a llevarme
a las radios, a la televisión. Así
empecé a trabajar y no paré
más, cuando yo nunca pensé
en vivir de la música, era un hobby
y nada más
El Abasto: ¿Y
este parecido a Gardel tanto en su impronta
como en su estilo para cantar lo buscaste?
Rafael: Se me dio, no lo busqué.
Es un fenómeno. Yo era un ignorante
en todo esto. Después supe que había
gente que se operaron hasta la dentadura
para parecerse a Gardel, que le estudiaban
los gestos. ¡Pero no cantaban! Ponían
un disco detrás. Un caso de éstos
es, por ejemplo, Julián Miró
que hizo películas, de todo, haciendo
de Gardel.
¡Qué increíble! Pensar
que a mí me daba bronca al principio
que me compararan todo el tiempo con Gardel.
El Abasto: A propósito,
¿Cómo fue que conociste a
Silva, el fotógrafo personal de Carlos
Gardel?
Rafael: Resulta que me contrataron en Uruguay
para un homenaje a Gardel y ahí lo
conocí a Silva. Quedó fascinado
conmigo y me invitó para sacarme
unas fotos, con la misma cámara que
le sacaba a Gardel. Porque tiene todo guardado
él con lo que le sacó las
fotos a Carlitos. En broma, Silva me decía
“y pensar que cuando nos conocimos
yo era el botija, mirá vos ahora....”
Terminamos la nota y nos
quedamos un rato más hablando con
Rafael, pasándola bien. Luego, llegó
su mujer con la hija de ambos. Y nos sorprendió
cantando un tanguito ¡en alemán!
Y algo eufóricos por la charla que
habíamos mantenido partimos rumbo
a la redacción para continuar con
las otras actividades que implica hacer
la revista.
M.S.
Revista El Abasto, n° 66 , junio 2005.