Encuentro con César
Borsano, clarinete, director, arreglador
y compositor de la
Creole Jazz Band:
lo clásico como algo vigente
De la Nueva Orleáns
de los años treinta al Café
Tortoni. El jazz clásico hace escala
en la ciudad de la mano de la Creole Jazz
Band. Fundada en Buenos Aires en septiembre
de 1957, hace más de medio siglo
que esta agrupación hace vibrar a
multitudes. Clarinete, trompeta, trombón,
saxofón, contrabajo, banjo y batería
en mano son la clave para deslumbrar a públicos,
a esta altura, de varias generaciones. Bersuit
Bergarabat, Lito Vitale, el quinteto de
Bob Wilber y otras orquestas compartieron
el ritmo clásico de estos jazzeros,
que no pierden ni un segundo de vigencia.
Para repasar vida
y obra de la banda, este medio, café
incluido, charló con César
Borsano, clarinete, director, arreglador
y compositor de la Creole Jazz Band. Salido
del Conservatorio Nacional de Música
López Buchardo y recibido de profesor
de clarinete, a sus más de 70 años
deja que la música sea un elemento
más de su lenguaje cotidiano. Sus
comienzos con la Creole fueron por julio
del ´79. En la actualidad, con una
formación definitiva salen a los
escenarios de capital y Latinoamérica:
“hace doce años que somos los
mismos siete músicos en escena. Con
todo lo que tocamos tenemos un entendimiento
que va más allá de las partituras”.
¿De dónde
viene el jazz?
¿Quién mejor que el director
de la Creole para responder esta pregunta?
Con sus más de treinta años
de carrera, Borsano señala: “El
jazz nació como una canción
de protesta, consecuencia de la esclavitud”.
Acto seguido, comienza el relato: “El
canto era fundamental en la cultura negra.
Luego, con los colonizadores llevaron la
violencia y la muerte. Más tarde,
el exilio a otras patrias. Esto fue muy
duro para ellos”. Ante el sufrimiento
de las jornadas de sol a sol, el maltrato
de sus amos, los traídos de Sudáfrica
buscaron “expresar su fastidio”.
“Cantar fue su primer idea”,
es decir, el jazz nació como “música
vocal”.
En el siglo
XIX el trafico de esclavos, además
del norte, “llegaba a centro América,
dónde nació la rumba. En Brasil
la samba y en el Río de la Plata
el candombe”. En Buenos Aires y Montevideo
hubo esclavos también. Es más,
dejaron sus huellas porque “el tango
tiene arraigo con el candombe”. “Los
esclavos en cada punto del planeta a donde
fueron a parar expresaron su descontento”,
sintetiza el director de la Creole.
A fines de siglo,
de Europa llegaron los primeros instrumentos
de viento. Así fue que el jazz se
tornó instrumental. Al ver “la
maravilla que era”, los blancos comenzaron
a hacer jazz también. Esta fue una
de las “primeras manifesta-ciones
del jazz instrumental”. “Que
es la que seguimos en Creole”, reconoce.
Una curiosidad: “el jazz antes se
llamaba jass, con s. luego una de las dos
consonantes se empezó a escribir
con z, más tarde quedó el
nombre tal como lo conocemos hoy”.
Jazz
de locales
En argentina, el referente de la primera
hora “fue Oscar Alemán”,
allá por la década del treinta.
“Tenía un estilo musical que
había nacido en Francia. Dos guitarras,
una rítmica y la otra con la que
Alemán cantaba. Después una
batería y un contrabajo. Esto fue
el famoso quinteto de Oscar Alemán”,
rescata el director de la Creole. A su muerte,
“Eduardo Ravera y la mujer de Alemán
continuaron con este quinteto”. Por
otra parte, añade Borsano: “Fue
en ese tiempo en que toqué en el
quinteto. Toqué mucho tiempo el clarinete
con ellos”. Además del Jazz,
recuerda que llegaron a “hacer actuaciones
con el dibujante Garaycochea (revista Humor)”.
“Entre el dibujo en vivo y su show
nos hacía reír mucho con sus
ocurrencias”, evoca el músico.
Sobre la actualidad
y Buenos Aires: “Entre el
jazz y la ciudad hay un camino errático”.
“Anda de aquí para allá”.
Reconoce que se dan “momentos buenos
y otros en que hay baches”. No para
bien del género, “en este momento
estamos en un bache”, acota sin vacilar.
Borsano ve estos tiempos como “un
cono de sombra en donde otros estilos musicales,
más redituables, han desbordado”.
De todas maneras, el estilo jazz “sigue
latente”. “Seguirá a
pesar de todo”, pone su cuota de optimismo
el compositor de la Creole. En este sentido,
“es el jazz moderno” el que
está en la escena, por ejemplo, en
festivales como el Internacional de Buenos
Aires. “Allí son desde dúos
hasta cuartetos. Es mucho más práctico
que las formaciones tradicionales dónde
el número ascienda a siete u ocho”,
detalla.
Conciertos didácticos,
jazz explicado por sus maestros
Los Conciertos Didácticos de la Creole
“están dirigidos a escolares,
jóvenes y adultos que no sepan mucho
sobre el género. Allí se habla
de los orígenes, el sonido de los
instrumentos y la historia del jazz, su
esencia”. En otras palabras, “es
un espectáculo cultural muy divertido”.
“Hay un mensaje que transmite el jazz
a través de sus sonidos. Nos damos
cuenta cuando el mensaje llega al público”,
sostiene con emoción.
Luego, el
clarinetista comienza a detallar: “Tras
un tema de presentación, los integrantes
de la Creole Jazz Band, hablan en forma
individual, entre los presentes, sobre el
instrumento que tocan”. Luego, se
interpreta una canción donde dicho
instrumento se destaque. “No sólo
hay jazz, que es lo que más impacta,
sino que le damos una dosis de humor”,
aclara. La banda hace un sketch donde terminan
tocando entre el público. Según
Borsano, “ante la cercanía
con el público, se crea una sensación
especial”.
Este espectáculo,
además, cuenta con el auspicio de
la Secretaría de Cultura del Gobierno
de la Ciudad de Buenos Aires (mayo del 2000)
y fue declarado de “Interés
Cultural” por la Secretaría
de Cultura de la Nación (mayo de
1996). Por si fuera poco, también
recibió el auspicio de la UNESCO.
El
Tortoni, ese cafetín de Buenos Aires
Desde enero de 1984 hasta octubre de 2005,
la Creole Jazz Band ofreció funciones
en la Bodega del Tortoni, los viernes a
las 23. En aquel entonces, “fue contratada
para actuar sólo en dos funciones,
sin embargo, cumplió en el 2005 22
años consecutivos de audiciones”,
reconoce Borsano. “Entre el porteñísimo
Tortoni, Radio Nacional y la banda me han
dado muchas satisfacciones, se creó
una especie de trilogía. En el programa
radial de audiciones "Jazz... A la
hora del café", dábamos
entradas para el espectáculo. La
gente que iba era un público jazzero,
lo cual es una distinción”,
reconoce con orgullo.
A Borsano lo atrapa
la “gran personalidad porteña”
del Tortoni. Según este hombre de
jazz, “es el café más
tradicional de la ciudad”, estuvieron
las “personalidades de los últimos
cien años”. Por otro lado,
rescata el director: “Gente que nos
vio en el café nos sigue llamando,
les gustó el espectáculo y
quieren que la banda toque para alguna fiesta
o casamiento”.
Grabaron el cassette
Jazzeando en el Café Tortoni, en
1988. Allí Borsano dedicó
un tema, del mismo nombre, al café
dónde fueron locales más de
dos décadas. Como aniversario, presentaron
20 años no es nada, un DVD que repasa
sus presentaciones.
Recibieron, además,
la Orden del Pocillo del Café Tortoni,
por el 70º Aniversario de la Bodega,
en enero de 1995. Como frutilla de este
postre, la Presidencia de la Nación
auspició institucionalmente y declaró
de Interés Cultural el espectáculo.
El jazz que profesa
Borsano y sus colegas de la Creole “seguirá”
por muchos años más. ¿La
clave? Las melodías nacidas en las
orillas del sur estadounidense se renuevan
en cada acorde, mutan, no se quedan atrás.
Que dentro de un concierto didáctico
un niño descubra las maravillas de
esta vieja escuela, es la mejor noticia
para la música. La Creole Jazz Band
tiene eso en claro y por lo tanto, medio
siglo jazzeando lo clásico como algo
vigente no es nada para ellos.
Juan Manuel Castro
[email protected]
Creole Jazz band: Jazz del bueno para bailar
Jazz del bueno para
bailar es la octava placa con la que salen
a cautivar espectadores. Recopilación
ideal para alegrar cualquier fiesta. Un
clima cálido y contagioso que sale
desde el parlante directo al oído.
Como una propuesta bailable, junto a su
compañía femenina logran ritmos
jazzeros emblemáticos de las décadas
del 20, 30 y 40 y otros tres, "Dudas,
"Vientos y cuerdas" y "Danza
jazz" cuya autoría pertenece
al fundador de la banda, el clarinetista
y director general César Borsano.
19 temas cargados de la energía revitalizadora
del jazz, ése que cuando es tocado
por los que saben suena como en el cielo.
Revista El Abasto, n° 111, julio, 2009.