Estamos prisioneros, carceleros

Una vez más, afortunadamente, una obra de Manuel Puig ha llegado a los escenarios porteños; en este caso, me estoy refiriendo a la renombrada El beso de la mujer araña… Pero aquí no se trata de la versión en comedia musical de este texto. Nada que ver. En este nuevo abordaje de esta famosa obra de Puig (la que fuera, ¿se acuerdan?, llevada con tanto éxito al cine, en los ochenta, por Héctor Babenco; con William Hurt, Raúl Juliá y Sonia Braga) se pone en escena a los dos personajes centrales de esta historia, Molina, el homosexual, y Valentín, el revolucionario; dentro del ámbito natural de éstos, en esta historia; es decir, en la cárcel.
     Pero Szuchmacher, responsable como director general de esta revisita a El beso…, puso toda la carne en el asador al volcar la responsabilidad del espectáculo en las interpretaciones de sus actores. Y en lo que se dice. Algo que intuyo Puig habría celebrado como el escritor que fue, ya que esta versión de El beso de la mujer araña es, sin dudarlo, un espectáculo de teatro de texto. Y, por ende, de relaciones. Así, el eje principal pasa por el vínculo que se ha generado entre ambos personajes. Cómo conviven el uno con el otro. Cómo se va tejiendo esa relación la cual, a cada uno de éstos, los hace sobrellevar mejor esa temporada que tienen que pasar a la fuerza. Tanto Molina como Valentín son seres completamente opuestos pero durante el transcurso de esta convivencia ambos parecieran comprender, en profundidad, que es, precisamente, esa diferencia la que los complementa, la que los ha fortalecido, enriqueciéndolos tanto como personas… De allí, que el leit motiv que engloba a este beso de la mujer araña pase por el hecho de saber aceptar al otro, aun con todas aquellas diferencias que lo alejen de uno. Porque es en la variedad donde está el gusto, dicen, ¿no? Es en la variedad donde está la riqueza.
     Así que ya lo sabe, si quiere, tiene a Puig, otra vez con El beso de la mujer araña, en formato teatral pero sin que esté atravesada con canciones y pasos de baile, de comedia musical; y acá nomás, a pasitos de su casa, en el mismo barrio del Abasto.

Marcelo Saltal
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Revista El Abasto, n° 110, junio, 2009.