Armas de manipulación masiva

Ejemplos concretos de cómo los medios mienten con grandes titulares, manipulando así a la opinión pública, para luego desmentir con fe de erratas, por no decir de ratas, en pequeños espacios que poca gente lee. Por Vi
el

Lo que me molesta de los ignorantes
no es en sí su ignorancia,
sino que sepan tantas cosas
que no son ciertas.

Josh Billings

 

La UCA (Universidad Católica Argentina) quizás haya alcanzado un pico de resonancia, por un hecho ocurrido en abril de este año, durante las clases de Derecho, cuando Annalisa Santi, estudiante de esa universidad privada y confesional, subió a la web unos videos tomados por ella misma, donde le practica una fellatio a un chupetín -según sus palabras- “porque le gusta calentar a los tipos”.

Pero no es de esto que nos ocuparemos sino de algo más dañino, escandaloso y cruel y que no tuvo condena alguna. En el mismo mes -pero del año 2010-, la Universidad Católica Argentina era citada en el editorial del Diario La Nación del día sábado 24 de abril. El título de la gacetilla decía “El hambre aún mata a los niños” y en la bajada “Mientras el Gobierno adultera las cifras de pobreza e indigencia”. Según el editorial, basado en datos del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, había en Argentina en esa época “9 millones de niños con déficit alimentario o malnutrición”.

Casi un mes antes que La Nación, el ex diario Crítica de la Argentina -de Jorge Lanata- había publicado en tapa aquella cifra bajo el rótulo “9 millones de niños pasan hambre en Argentina” y a media página la nota principal titulada “Platos Vacíos”. Era la edición del domingo 28 de marzo de 2010. En el interior y a doble página, el desarrollo del artículo firmado por Leticia Licitra, reconocía que el dato pertenecía a un estudio del Observatorio de la Deuda Social de la UCA. Pero, se agregaron varios aspectos en una ensalada bizarra: un diálogo entre dos adultos “cartoneros” (sin nombre, sin identidad, sin punto de referencia alguno) que al querer preparar una comida para los pibes –y no tener nada- planean matar los caballos y hacerlos a la parrilla.

Ese mismo día, y por alguna feliz coincidencia, el Diario El Mundo de España (Edición para América Latina) contenía a toda página una noticia titulada “9 millones de niños pasan hambre en Argentina”, firmada por su corresponsal en Buenos Aires: Ramy Wurgaft. Curiosamente, nada decía de la procedencia de los datos respecto de la Universidad Católica Argentina. Es más, esos datos se los asignaba a “Un Informe de las Naciones Unidas”. Para no ser menos desquiciados que Crítica, el informe describía cómo “a orillas del Riachuelo, uno de los cauces más contaminados de Sudamérica, los periodistas observamos la siguiente escena: los pobladores extienden una red en el agua; cada tanto la sacan y revisan si han atrapado algún alimento”. "De los basurales que hay junto al río se desprenden restos de comida que la corriente arrastra. Lo que se pesca se lava con lejía para quitar la suciedad y se sirve a la mesa. El médico dice que es malo para la salud. De acuerdo, pero ¿cómo hacemos para que los chicos no lloren porque se les retuerce la panza?". No sólo eso, ilustraba la nota una fotografía de un niño desnutrido de Tucumán…del año 2002.

Como corresponde a tamaña información, estos datos fueron levantados por innumerables sitios web, blogs o reproducidos fielmente por otros medios gráficos, radiales y televisivos de nuestro país y del exterior. Así, hasta la Universidad de Buenos Aires le dio crédito a aquel dato escandaloso: “9 millones de niños pasan hambre en Argentina”. Pero el dato era erróneo y absurdo, es decir, falso.

 

FE DE ERRATAS

Así lo expresó el Equipo de Investigación del Observatorio de la Deuda Social Argentina, perteneciente a la Universidad Católica Argentina, pero a través de una pusilánime “Fe de Erratas” de apenas quince renglones publicado en su sitio web (que no lee nadie). Ni siquiera revelaron el nombre de los medios que habían falseado sus datos. Apenas dijeron “nota periodística”. Ni se tomaron la molestia de hacer una solicitada demandando alguna rectificación. La UCA, protegía -con su actitud-, el lugar de impugnador oficial del INDEC. El Diario del afamado periodista Jorge Lanata jamás hizo una tapa posterior aclarando la información incorrecta que brindó a sus lectores, tampoco lo hizo el editorialista del Diario La Nación y menos aún el Diario español El Mundo.

Por consiguiente, ese dato – estadística y políticamente repugnante- quedó avalado por el encubrimiento cómplice de la UCA, como también todas las críticas que hacia el gobierno nacional se vertieron como catarata a raíz de aquella falsedad arropada de cientificidad. Algunas de ellas:

“Los datos, han dejado perplejos –y avergonzados- a muchos argentinos”

“pocos van a invertir en un país en el cual un gobierno usa los resortes del poder para infundir miedo y falsear la realidad. Lo que ha hecho hasta ahora el Gobierno ha sido alterar perversa y maliciosamente los índices de inflación y los de pobreza e indigencia para ocultar esos tristes fenómenos”

“el hambre no se detiene ante los índices adulterados del Indec mediante una estafa que se vuelve cómplice y criminal al mismo tiempo”

“Si en vez de confrontar a la Oposición, los políticos del Gobierno dedicasen unos minutos a gobernar, se reduciría ostensiblemente el índice de mortalidad infantil. Pero ellos tienen el corazón de piedra”

“La mayoría de las ollas populares que se organizan en los barrios marginales, no reciben un centavo del gobierno. De un gobierno que se dice “progresista”.

En ese momento, hacía cinco meses que había entrado en vigor la Asignación Universal por Hijo, una política nacional, que por su alcance y magnitud, no tenía precedente en la historia de nuestro país. La indigencia había decrecido de 7,5 % a 3,4 %, aumentando la matrícula escolar y mejorando el control sanitario. La brecha entre ricos y pobres, se había reducido 14 veces, llegando al nivel más bajo desde 1986 y había reposicionando a Argentina nuevamente como el país más igualitario de Latinoamérica.

Pero ya se había instalado -hacía un año- que la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, durante la cumbre de la Organización Mundial de la Alimentación realizada en Italia, había salido de compras en tiendas y joyerías de lujo. El Diario “Corriere Della Sera” había publicado una noticia falsa que había reproducido en nuestro país el Diario la Nación. Hoy, a cinco años de aquella difamación, la justicia italiana comprobó la falsedad de algo que jamás sucedió. “Dolce Vita y Hambre” se tituló la mentira que ensució el honor de nuestra primera mandataria. Por ello, tanto el diario italiano como el argentino, pidieron sendas disculpas, previa sanción de la justicia.

El derecho del pueblo a una información veraz, ha quedado supeditado a la declamada “libertad de expresión” de los medios, que en los últimos años han demostrado ser un actor político más del sector opositor al gobierno, renunciando a los principios más elementales de la deontología profesional, hasta tal punto que a veces resulta difícil discernir quién marca la estrategia a seguir, el medio o el partido político, lo que induce a sospechar de la existencia de una actuación concertada con intereses compartidos.

¿Algún día nos dejarán de mentir? O mejor, ¿algún día dejaremos de creerles?

 

Viviana Demaría y José Figueroa

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