¿Desalojo identitario
del barrio?
Desde hace ya un tiempo
hasta ahora, el barrio esta padeciendo una
especie de dicotomía, se encuentra
entre la perdida identitaria, y la ganancia
modernista. Durante la década del
´80, bajo la denominación de
“Bronx Porteño”, el Abasto
albergaba a muchos inmigrantes de países
vecinos que venían buscando una mejora
salarial. Uno de los primeros desalojos
que sufren en el barrio, fue en el momento
en el cual se decidió la instalación
del Hipermercado Coto, en las cercanías
del Mercado. Para su construcción
debieron demoler todas las casas de arquitectura
inmigrante, de la manzana comprendida por
Agüero, Humahuaca, Guardia Vieja y
Gallo. Para lograr dicha demolición,
era necesario que quienes la habitaban,
legalmente o no, no estuviesen. Por lo que
por la noche se los llevaban para “averiguación
de antecedentes”, y al ser puestos
en libertad por la mañana, ya no
encontraban su “vivienda”. En
su lugar, había un pozo enorme con
los cimientos del Hipermercado. Esta metodología
de desalojo, no ha sido vuelta a utilizar,
al menos en el barrio.
El desalojo
más importante que sufre el barrio,
es el de su identidad o esencia. Su espíritu
continúa exacto, sin embargo los
lugares emblemáticos están
desapareciendo. Casualmente, son demolidos
de la noche a la mañana.
Una de las últimas desapariciones
ha sido la del O ´Rondeman, que si
bien estuvo en peligro de derrumbe durante
muchos años, todavía sobrevivía.
Antiguos puesteros del mercado solían
juntarse en la esquina de Guarda Vieja y
Agüero en defensa del bodegón.
Si queremos visitar en lugar en donde Gardel
entonó sus primeros tangos, debemos
pedir permiso al consorcio del nuevo edificio
y visitar el sótano o bauleras, ya
que no ha quedado nada de dicho bar.
Los
lugares característicos de la historia
del barrio, se han ido transformando en
lugares modernosos. La esquina del Chanta
Cuatro es un importante cena show de tango,
que si bien respeta la arquitectura, ya
no es el lugar donde los vecinos pueden
ir a degustar una excelente sopa de cebolla.
Y el Mercado, monumento que ha dado nombre
al barrio, es un injerto arquitectónico
en el cual se han empeñado en hacer
desaparecer su belleza original. Su robustez
y estética maciza es hoy vidrio y
liviandad. Por suerte, quienes conocimos
el antiguo mercado todavía podemos
entrar y verlo como si no hubiera desaparecido,
y espero podamos hacer lo mismo con la identidad
de nuestro barrio. De esta manera, lograremos
que perdure más allá de los
infinitos intentos que hay por hacerla mutar.
Catalina Cabana
[email protected]
Revista El Abasto, n°
110, junio, 2009.