El verdadero
cambio está en vos
En épocas
de elecciones en la ciudad estamos ante
un balotage entre el candidato del PRO
Horacio Rodríguez Larreta y Martín
Lousteau por ECO. Si bien el primero viste
el ropaje de la “no política”
y el otro anda secundado por un político
del Partido Socialista no es necesario
ser un genio intelectual para descifrar
que la disputa es entre candidatos con
una tendencia política bastante
similar: poca ideología y el signo
pesos en los ojos.
A nivel nacional
sucede algo bastante parecido. Entre Daniel
Scioli (FPV) y Mauricio Macri (PRO) uno
puede entender que el primero sigue, al
menos desde hace una década, un
discurso inclusivo. El otro, mientras
acepta que nos bajemos los pantalones
ante los fondos buitres y el juez Griesa
que aprobó una deuda prácticamente
impagable (¡con el 1600% de interés
por pocos años!), mantiene en su
gestión porteña cierta red
social (planes, cuestiones públicas,
etcétera). Sus discursos suenan
diferentes, pero en cuanto a lo estructural
las diferencias no son tan tajantes. Puede
sonar simpática la “no-política”
del PRO porque pareciera que como partido
no tuviera aceitado ese aparato peronista
de masas que por momentos puede ser bastante
reaccionario. Sin embargo, lamento comunicarlo,
también lo tiene. Y en cuanto a
Scioli, ese vecino del Abasto a punto
de llegar a la Rosada (y ya no la “Rosadita
del Abasto”), estuvo alineado con
Carlos Menem. Eso de algún modo
debería desmoronar a los “hinchas”
más acérrimos de este gobierno
“nacional y popular” mostrándoles
que el kirchnerismo y el menemismo son
dos caras del peronismo que llegan a ir
de la mano, dependiendo del momento y
las circunstancias.
Hay críticas,
“con el diario del lunes”,
que sostienen que el primer peronismo,
aquel de Perón, podría haber
industrializado más el país
–modificándolo aún
más estructuralmente- dadas las
circunstancias internacionales. Se amplió
sí la industria, sin embargo, el
modelo -pese a las luchas y los fogosos
discursos de Evita- se mantuvo y siguió
siendo el de los oligarcas, el de los
terratenientes, el agroexportador…
Y aún hoy seguimos viviendo en
un país periférico generando
materia prima para que adquieran los países
centrales y que así puedan generar
su producto elaborado, a base de esa materia
prima, para volver a vendérnoslo,
con todo ese plus agregado. Ciudades cada
vez más sobre pobladas, donde demoramos
horas en ir y venir. Campos sin gente.
Y si alguno pretende quedarse afuera queda
fumigado con glifosato y otros agrotóxicos.
Cada vez más cerca del mundo de
Judge Dredd.
Hubo una
tensión en el 2008 con los sectores
del campo, una disputa por dinero, nunca
se replanteó el modo de producción.
No fue por lotear latifundios para generar
viviendas sociales y agricultura a escala
humana. Todo lo contrario, Argentina ha
profundizado la expulsión de gente
del campo a las ciudades, engrosando villas
miseria, generando mayor inseguridad.
Siguen las fotos conjuntas entre nuestra
presidenta con los jerarcas de Monsanto
o la Barrick Gold, mientras los qom continúan
esperando a ser atendidos al reclamar
por sus tierras donde los intimidan y
los asesinan empresarios, protegidos por
los políticos locales, que tienen
intención de expandir sus ganancias
sobre sus tierras. El far west hoy y aquí.
Claro que
mientras tanto hay indicios que atraen
a los que pretendemos un modelo más
respetuoso con la vida... Se reemplaza
la estatua de Colón detrás
de la Casa Rosada por una de Juana Ayurduy
que donó el gobierno de Bolivia:
mostrando que se elije una América
libre y no colonizada. Pero la historia
no se puede cambiar... y la simbología
y los discursos hay que sostenerlos con
hechos. Teoría sin praxis es un
cascarón vacío.
Por otro
lado Cristina Fernández siempre
ha dado discursos impactantes, y ha movido
los hilos de tal manera que por momentos
parecía que se estaba modificando
el rumbo del país. Mucha fue la
gente que creyó, me incluyo, que
siguiendo este rumbo la cosa iba a seguir
mejorando. Ahora, ante el inminente cambio
la sensación es que volvemos a
asomarnos al abismo.
Lo que tenemos
que tener en claro es que en realidad
la verdadera libertad, la real patria,
el verdadero futuro lo vamos tejiendo
diariamente cada uno desde su lugar, desde
el hogar, desde el barrio. Podremos votar,
pero el poder real de nuestra propia vida
y de nuestro entorno inmediato lo tenemos
nosotros mismos. Cambiamos y cambia el
país. Lo otro es apenas un tema
administrativo que no debería quitarnos
el sueño y que como mucho puede
servir de hilo conductor para reflexiones
como ésta. No mucho más.
Rafael
Sabini
[email protected]