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Pasión de juventud es lo que define a Esteban Riera. En esta entrevista nos relata como fueron sus primeros pasos

“Mi homenaje a Gardel es cada vez que subo a un escenario”


En la actualidad este joven tanguero es parte del espectáculo "Vibraciones del alma", un show de tango-danza donde los himnos del tango resurgen con la potencia de su voz. Estuvo junto a Julio Bocca y a tantos otros maestros a lo largo de su carrera. De chico descubrió la magia del dos por cuatro, casi como un llamado del destino y nunca más se alejó de ese rumbo. En este encuentro narra su paso por los festivales más importantes del género y cómo llego a editar Soy cantor, su primer disco. También nos habla del reencuentro con el cantor que le inspiró la música de Buenos Aires.

Ahí va un tango
La relación entre Esteban Riera y el tango comenzó como un amor a primera vista. El piso de Si lo sabe cante, mítico concurso musical conducido por Roberto Galán, fue donde, con sólo 18 años, conoció el dos por cuatro: “Escuché a un muchacho cantar un tango. La música me llegó de una manera especial. Yo estaba con la música anglosajona, más de rock. Cuando lo escuché dije “ah, ¿qué es esto que nunca antes había escuchado con atención?” Ahí me empecé a familiarizar con el tango. Tras eso, el papá de un amigo me regaló un CD del polaco Goyeneche, con ese disco me enamoré del tango”.

Pensamiento tanguero
Riera seleccionó un repertorio: “Fue con el que comencé a presentarme. Cantaba música melódica, de tanto en tanto mechaba algunos tangos”. Las coincidencias de la vida, acaso el destino, una vez más fue a golpear a su puerta. Una noche que cantó en un jardín de infantes, Claudio Tagini, el hijo del famoso autor, Armando Tagini, oyó su voz. Le sorprendió que alguien tan joven cantara tango, le aconsejó “encarar más”. No sólo eso, también lo invitó a participar en Proyecto Tango, asociación civil del Abasto. Allí el objetivo era reinsertar el tango en la familia a través de los jóvenes. Tras visitar el barrio, Riera comenzó a empaparse y a volcarse “definitivamente en el género”.

Chamberguito de los gauchos
En ese momento, trabajaba en un estudio contable jurídico, hacía tribunales y escritos, estaba en la facultad de derecho de la UBA. Por el otro lado, los ratos libres los dedicaba a sus presentaciones entonando el dos por cuatro. Hasta que entre 2003 y 2004 su carrera musical tomaría una recta, que lo llevaría del Abasto a Cosquín. A fines de 2002, ganó la undécima edición del concurso Hugo del Carril, organizado por la Secretaría de Cultura de la Ciudad. Por ese entonces, Riera se hizo amigo de la gente de Almatango, que estaba en Sarmiento y Bustamante. Tuvo un lugar en el espectáculo de los sábados. Un día Ofelia, la dueña, lo anotó para audicionar en el pre Cosquín. “Me dijo que el tango es el folclore de la ciudad, me tenía fe”, recuerda el artista. “Después de dudar fui. Pasé las dos rondas y quedé”. Allí ganó como solista vocal masculino y fue a cantar al festival mayor. “Lo que menos esperaba era salir revelación de Cosquín 2004”, rememora con asombro.

Soy cantor
De regreso a Buenos Aires, haber representado a la ciudad en un festival le abrió “muchas puertas”. En este sentido, lo llamaron de la Secretaría de Cultura, le ofrecieron, en compensación, actuar con la Orquesta de la Ciudad, dirigida por el maestro Raúl Garello. El día del estreno “fue doble el desafío”. “Antes de ingresar a la Orquesta de Tango de Buenos Aires Riera sólo había tocado con dos guitarras. Esta vez, pasó a tener cuarenta músicos atrás y el estreno del tema Soy cantor, que ganó como composición inédita en el Hugo del Carril. En el marco del Día del Tango, 11 de diciembre, en el teatro Astral se dio el reto. “Fue un momento único. Cuando salí al escenario me temblaba todo el cuerpo. Después hubo una gran ovación”, afirma. En este marco, renunció a su trabajo de oficinista: “Quería crecer con la música”. Ese mismo año, vio en un diario una convocatoria de artistas, el ganador podía grabar un disco. La selección fue en el festival cordobés de La Falda. Quedaron cuatro finalistas, de la ciudad. A través del voto de la gente, Riera ganó y al año siguiente presentó su disco. El momento de grabar Soy Cantor para Riera fue una experiencia “muy fuerte”.

Barrio reo
“Me he vinculado mucho con gente del Abasto a través de distintos puntos donde trabajan con el tango”, reconoce. De la zona subraya: “En estos últimos diez años este barrio le ha dado mucha identidad a nuestra cultura, es para seguir ese ejemplo. Va más allá del legado de Gardel, es la gente que conforma este barrio la que generó el protagonismo que tiene hoy el tango”. Por otro lado, reflexiona: “Es importante defender la cultura nacional a través del barrio”.

El cantor de Buenos Aires
Para que sea tango, hay que mencionar al Morocho. En palabras de Riera: “Para mí los homenajes a Gardel son cada vez que me subo al escenario, es el tango por excelencia”. Más allá, de su música, este cantor rescata que “uno a cualquier parte que vaya, Carlitos no es sólo sinónimo de tango, sino de la Argentina”. “Uno se siente orgulloso de estar representado por un artista de tal naturaleza, de que haya sido argentino y que haya hecho tango. Es parte de nuestro ADN” afirma con entusiasmo. En su memoria, el tanguero afirma que el Morocho del Abasto “está presente todos los días” de su vida; “no sólo el 24 de junio y el 11 de diciembre”.

Buenos Aires, cómo quisiera
“Se está volviendo a instalar el tango”, reconoce, en comparación con décadas anteriores. Por eso, rescata que se lo fomente: “En la ciudad con festivales, hay una movida importante, como es el Festival Internacional de Tango de Buenos Aires, este mes”. Va a ser el primer año en que se presente como solista, estuvo en ediciones anteriores como invitado de un sexteto. Por otro lado, el año pasado presenció el Mundial y el Festival Internacional de Tango. “A uno le gustaría que fuera más seguido”, bromea. Dicho sea de paso, este cantor afirma: “Es importante que el tango trascienda la ciudad y se hagan grandes festivales en otros puntos del país, como el de La Falda en Córdoba, que tiene un gran nivel. Hay artistas consagrados y nuevas generaciones, por eso uno siente que le dan lugar. Es lo que a nosotros nos anima a seguir haciendo cosas”, manifiesta. En este sentido, arriesga: “Hoy en día hay un reducto muy importante de jóvenes tangueros”.

No se que me han hecho tus ojos
Como gran conocedor de esta música de arrabal, Riera afirma que el tango “posee un nivel de excelencia”. Reconoce que “es respetado por músicos de otros géneros”. Más aún, el tango es “admirado por la gente que hace música clásica, género de elite”. Las razones son muchas y algunas no poseen una explicación a ciencia cierta, pero Riera arrima su versión: “Esto se debe a que posee pasajes musicales complejos. Es para sentarse y escuchar con detenimiento. Con la letra pasa lo mismo, los tipos desarrollan una historia a través de una canción. Eso es lo interesante del tango y lo que lo ha mantenido vivo durante todos estos años”. “Es misterioso que a todos nos llama un poquito”, señala entre risas.

Volver
Como un tango, la historia del regreso se hace presente en la vida de Riera. Aquel muchacho que despertó su vocación de tanguero, Volvió una noche: “Hace un año atrás estaba comiendo en una pizzería y lo veo entrar. Se llama Carlos Leguiza, me quedó grabado el nombre del día que cantó. Me acerqué y rememoramos aquella ocasión. Le dije que con su canto me había despertado el interés por el tango. Resulta que me conocía de nombre. Fue lindo verlo otra vez y decirle gracias, le tenía que agradecer por aquel momento”, asegura. “El tipo asintió con una sonrisa, como diciendo enhorabuena que uno va sumando discípulos”, concluye Riera.

El milagro del tango fue a golpear a su puerta de chiquilín. Hizo Escuela de tango con los grandes como Tagini y la Orquesta de la Ciudad. Su voz se mezcla con Música de bandoneón, para arrancarle una sonrisa al Morocho, que lo aplaude bajo una luna de arrabal. Gime bandoneón de tango gris, que Riera le pone el alma a la milonga de Buenos Aires.

Juan Manuel Castro

[email protected]

Revista El Abasto, n° 112, agosto, 2009.




 

 

 

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