Verás que todo es mentira

Rainer Fassbinder resultó ser uno de esos artistas sumamente prolíficos, que dejaron huella…. Guionista, actor, director. Fallecido muy joven, a los tan solo treinta seis años. Algunas de sus películas provienen de obras de teatro suyas, de su juventud. Y éste es uno de esos casos.
   En Las amargas lágrimas de Petra von Kant el acento pareciera estar puesto en como, a veces, algunas personas en busca de cierto ascenso y triunfo social trafican aún con los sentimientos mismos. Eligen rebajarse, poniendo al amor como moneda de cambio. De esta forma, esta obra estaría hablando entonces de la desolación que se produce ante la traición del ser amado…. Así vistas las cosas, imagínense el descalabro que se produce en la vida de la protagonista, cuando es abandonada.
   Es muy interesante el hallazgo que tuvo Sergio Grimblat, director de esta propuesta, con el uso que hace de una enorme persiana, la que pende, cubriendo toda la escena, poniendo así al espectador como a un voyeur y remitiendo de esta forma, además, al film mismo de Fassbinder, en una suerte de homenaje. Las reminiscencias cinematográficas que posee esta versión teatral son varias y, probablemente, ayude para esto el acertadísimo diseño escenográfico de Paula Ochoa, quien supo marcar con inteligencia las líneas de las perspectivas en el único ámbito donde se desarrolla la acción. Generando esto en el espectador una suerte de visión angular de lo que sucede en el espacio de acción.
   Cabe reconocerle a este espectáculo, su cuidado estético, sin embargo, el profundo desgarramiento por el que atraviesan sus seres no se traslada a los espectadores. Una pena.
   Vale reconocer el trabajo de Antonella Costa, a quien en un personaje sumamente sumiso uno no puede, casi, dejar de observar todo el tiempo en que permanece en escena.

Marcelo Saltal
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El Abasto n°113, septiembre de 2009