Milanesas y rock en pleno
Almagro
Don Ignacio, la mejor
milanga porteña
Atención
a la vieja escuela, con buen humor y mejor
trato, un museo el rock entre muros, barras,
ventanales y parlantes, comida de primer
nivel con propuestas tentadoras y audaces.
Eso, en pocas palabras es el espíritu
de Don Ignacio, parrilla emblemática
de Almagro. Y, por suerte, hay más.
Si de buscar sitios
exquisitos en la ciudad se trata, la suya
aparece en podios por la sabiduría
en milanesas. Quienes den rienda suelta
en busca de su sabor sabrán entender
la diferencia entre “una milanesa
preparada en el día, con aceite
limpio y no un pedazo de carne dura, frizada
con aceite de taller mecánico”,
bromea Norberto, frontman de esta parrilla
porque atiende, cocina, saca charla, está
presente en todos los rincones de Rivadavia
3439.
“La gente tiene
miedo de comer frituras porque muchas
veces se sirven en pésimas condiciones
y les caen mal. Acá eso no pasa,
es todo hecho en el día, la carne
es tierna”, defiende su parada.
Abrió hace más
de una década. Al momento de lanzarse
al ruedo, todavía no vislumbraba
hacer magias con carnes y pan rallado.
Tuvo un trecho de jornadas con mesas vacías
y ánimos caídos hasta dar
en el clavo. “Pensé en qué
podía hacer, cómo llamar
a la clientela. Decidí hacer las
variedades de pizza sobre milanesas”,
nos cuenta Norberto.
Y así fue. Hoy
en día funciona en dos horarios.
Entre las once y tres y media y entre
las ocho y once y media de la noche. “Vienen
sobre todo familias y parejas”,
narra sobre la cotidianeidad de sus mesas.
“Hay momentos en que parece que
se pusieron todos de acuerdo, explota
el teléfono, las mesas están
llenas”, balancea sobre las buenas
jornadas.
Las mesas continúan
llenas, dice Norberto, “gracias
al boca en boca”. “Viene mucha
gente del barrio, amigos, pero también
gente que llega en busca de sabores nuevos”,
asiente. Su repercusión se vio
incluso en medios gráficos como
Página 12 y como invitado especial,
a modo de “especialista en milanesas”,
en Cocineros Argentinos, uno de los programas
más vistos de la TV Pública.
Al degustar milangas
de todos los sabores surge otras de las
pasiones de Norberto: la música.
“Hablo con los clientes, algunos
me piden recomendaciones. Trato de estar
al tanto siempre de novedades. Incluso,
muchas veces voy a disquerías de
amigos y recorro a ver qué hay”,
dice mientras por los parlantes asoman
temas que van desde el blues, el metal,
el rock progresivo y tantos otros géneros.
“Uno ve qué le puede gustar
al cliente, es otra forma de hacerlo sentir
cómodo”, indica.
Una tercera pata en
la mística de Don Ignacio son sus
muros, casi un lugar de culto en pleno
Almagro. Hay afiches de rock, pero también
evocaciones de vieja escuela como tocadiscos,
posters de series antiguas, incluso stikers
de Titanes en el Ring sobre las heladeras
y afiches de juegos de antaño como
Rastis o revista Anteojito. “Muchas
veces sirve de disparador, los hijos hablan
con los padres al ver las imágenes,
se genera interés. Quien disfrutó
de esos juegos en su infancia siente la
empatía”, nos dice Norberto.
A pesar de las pálidas,
“los cortes de luz, la incertidumbre
que tienen muchos laburantes y llegar
lo más entero posible a fin de
mes”, su lugar de trabajo es su
templo y ofrecer platos suculentos e inolvidables
su prédica. Está en Almagro
desde hace más de una década,
ya es parte del paisaje y la mística
de este rincón porteño.
A disfrutar entonces.
J.M.C.