Una empresa se dedica a
inventar llamados falsos en las principales
Radios y medios de Argentina
El Grupo Clarín contrató
a la agencia internacional de publicidad
La Ese, especializada en marketing político,
para reclutar un ejército pago que
congestione las líneas de teléfonos
de radios –de modo que sólo
ingresen los llamados de sus telemarketers–
y para que insulte a los comentaristas de
internet que escriban en contra del Grupo
Clarín o a favor de la ley de medios
K y el Fútbol para todos. Esa agencia,
también se encarga de guionar los
discursos para aquellos que defienden la
judicialización de la ley de Servicios
de Comunicación Audiovisual para
impedir su plena vigencia.
La primera tanda de contratados
–unos 30 empleados en negro–
fue en octubre de 2009, cuando se trató
la ley de medios en el Congreso y el debate
tomó estado público. Los bloggers
rentados por el Grupo Clarín debían
instalar términos como ley k, ley
mordaza, dictadura o corrupción.
Aún hoy y con miras de
seguir hasta la campaña electoral
del 2011, el grupo de tareas mediáticas
contratado por La Ese libra sus batallas
remotas en las lujosas oficinas de Perú
al 800, barrio de San Telmo, en una hermosa
casona de estilo francés construida
en 1912. Ahí funciona La Ese, propiedad
de Carlos Souto.
Los creativos de Souto escribieron la solicitada
y el guión del mensaje televisado
de Marcela y Felipe Noble Herrera en los
canales del Grupo Clarín, hablando
en contra de la ley que establece al Banco
Nacional de Datos Genéticos como
el único autorizado para el estudio
de compatibilidad para personas que hubieran
sido apropiadas durante la última
dictadura militar.
Clientes. La lista de Souto
no tiene desperdicio. Fue publicista de
la Alianza que encabezó Fernando
De La Rúa, intentó sin éxito
remontar a Carlos Menem en 2003 y actualmente
se enorgullece de haber trabajado con Julio
Cobos y de ser el verdadero cerebro del
“Alika, Alikate” para catapultar
como líder de la antipolítica
al colombiano Francisco De Narváez.
La usina anti k. Está
conformada por dos áreas: el blog
y el call center. Los bloggers intervienen
los medios gráficos online a través
de la redacción de comentarios apelando
a identidades falsas. Desde un buscador
rastrean números de DNI y luego utilizan
los nombres de esas personas para llenar
los formularios de las páginas donde
mandan mensajes escritos por creativos.
Además se encargan de hacer control
del scroll: cuentan cuántos comentarios
a favor y cuántos comentarios en
contra hay sobre la ley de Servicios de
Comunicación Audiovisual, investigan
quiénes son los usuarios que comentan
en las antípodas de la bajada de
línea recibida, etc. También
mandan mails a las casillas de esos comentaristas,
generan confianza y establecen una relación.
Entre las páginas que graffittean
figuran la web de La Nación, La Política
On Line, Crítica de la Argentina,
Minuto Uno y Perfil.
Todas estas actividades están
destinadas a falsear identidades y contravenir
toda la deontología periodística,
así como los códigos de ética
de la comunicación publicitaria.
Se asemejan a talleres de costura clandestina
que después son utilizados por las
grandes marcas. Con un agravante, a quienes
cosen por un salario de miseria, no les
obligan a mentir o a hacer tareas delictivas.
Miradas al Sur accedió
a fuentes inobjetables para reconstruir
la actividad de La Ese. El clima de secretismo
está reforzado por un pedido oral
de confidencialidad. Un tema que tiene estatutos
legales y valen sólo en la medida
en que estén firmados por conformidad
plena por los empleados de las empresas.
En este caso se trata apenas de una simulación
para amedrentar a jóvenes que trabajan
en negro y no están asesorados legalmente.
Además, va acompañado con
un adoctrinamiento político: “Esto
es una guerra” y “el Gobierno
hace lo mismo que nosotros pero al revés”,
les dicen.
Modus operandi. Los empleados
del call center son los que se dedican a
bloquear las líneas de oyentes de
las principales radios en las que curiosamente
no figuran las del Grupo Clarín:
Nacional, Del Plata, América, Continental,
La Red, La Diez, Metro, Rock And Pop y Belgrano.
A su vez, se encargan de desgrabar
lo dicho en esas radios para monitorear
lo que va sucediendo. Hacen estadísticas,
informes sobre cuál es la tendencia
de cada conductor, qué línea
política desarrolla cada programa,
cuáles se acercan más al Gobierno,
cuáles se alejan más, etc.
Siempre desde la óptica de los intereses
políticos y económicos del
Grupo Clarín.
El sector call center posee
un servidor de última generación
que permite que en las radios se bloqueen
los conmutadores de modo que sólo
lleguen los mensajes guionados por la empresa
contratada del Grupo Clarín, y simultáneamente
se delinea la estrategia de ataque a la
ley de medios k. Los jefes de la usina entregan
chips y tarjetas telefónicas para
cambiar el número del teléfono
de manera que sea imposible de comprobar
que todos los llamados vienen del mismo
lugar.
Por su parte, los supuestos
bloggers tienen a su disposición
un software propio que rastrea los comentarios
adversos a Clarín en internet. Así
pueden detectarlos y bajar línea
anti K. Las computadoras de la agencia de
Souto poseen modems inalámbricos
y un sistema rotativo de IP’s para
que tampoco se puedan rastrear las rutas
de las PC que efectúan los mensajes.
El coordinador de los grupos
es el hijo del Fiscal Federal de Misiones
Juan Carlos Tesorero (ver recuadro), Juan
Andrés Tesorero, sobrino de Carlos
Souto. El estudio jurídico que el
Fiscal abrió por intermedio de su
esposa en la ciudad de Buenos Aires tuvo
su primera baja hace dos meses: Juan Andrés
renunció al trabajo con su madre
para dedicarse tiempo completo a la cruzada
anti K. De hecho, hasta cambió de
barrio para mudarse a la misma cuadra de
la agencia La Ese.
“No hablar ni con la familia
del tema”. Ése es uno de los
pedidos explícitos de Juan Andrés
Tesorero a la hora de contactar a los reclusos
de la usina anti K. Confidencialidad ante
todo. Ninguno llega a formar parte de esta
campaña sucia respondiendo a una
búsqueda laboral naturalizada. Todos
son “amigos de”, “familiares
de”, “conocidos de”. Gente
que va a poner el cuerpo y va a guardar
el secreto ante todo. Pero todo gran plan
tiene sus baches.
Una de las promesas iniciales
que reciben los contratados es la “certeza”
de un mejor trabajo a futuro tras algunos
meses de pasantía informal y deleznable.
Juan Andrés se encarga
de mostrar las fotos de su tío al
lado de Elisa Carrió, Francisco De
Narváez, Julio Cobos, Carlos Menem
y el resto de los contactos de los que se
vale económicamente la agencia. En
La Ese se respira el poder.
Así es como estos jóvenes
estudiantes universitarios, con necesidades
económicas y promesas falsas de inserción
laboral en puestos de trabajo más
reales y menos vergonzantes, reciben salarios
por encima de la media. Los salarios provenientes
del dinero del Grupo Clarín oscilan
entre los 2.000 pesos para principiantes
y los 4.000 para quienes se adapten con
comodidad a la dinámica de pulverizar
la ética aprendida en la UBA.
La falsificación online
de la identidad. A la hora de hacer un comentario
en algunas de las páginas de internet
de los diarios, los honrados ciudadanos
que ejercen su derecho a la libre expresión
deben completar un formulario donde se pide
nombre y apellido, DNI, teléfono
y dirección entre otros datos de
rigor. Pues bien, quienes trabajan en esta
usina destinada a intoxicar la comunicación,
falsean identidades para efectuar la tarea
de mostrarse indignados ante “la prepotencia
gubernamental” cuando en realidad
son sólo mensajeros de creativos
publicitarios pagados por los grandes medios.
Estilo Souto. La agencia se
vale de una serie de tópicos para
instalar una serie de palabras y conceptos:
descalificaciones agresivas a todo lo que
se jacte de K, discursos desestabilizadores,
términos construidos para temas específicos
y adjetivos infaltables –“PROGREcinismo”,
“guerrilleros”, “bolches”,
“los KK”, etc.–. Entonces
se leen cosas como “Se trata de aprietes
de la izquierda vernácula, que no
puede con su genio y, como en los ’70,
saca a relucir su repugnante Fascismo de
Izquierda” (dixit de un comentario
posteado en la crónica Cuando la
plaza se pone a hablar, publicada por Miradas
al Sur en el número anterior).
Por otro lado, los contratados
reciben una advertencia: nunca hablar de
“monopolio”. Nunca mencionar
a Clarín. Ahora bien. Es inevitable
que un chico que escribe cientos de mensajes
por día no repita su discurso. Al
hacer la prueba, uno hace un copy paste
en uno de estos mensajes corrosivamente
anti K, lo pega en la caja de búsqueda
de Google y, oh patafísica, el mismo
mensaje figura repetidamente en distintas
notas de distintas páginas web.
Grupo de tareas sin vacaciones.
En enero y febrero de este año la
agencia La Ese alquiló casas de veraneo
en la costa y trasladó sus oficinas.
Los contratados cobraban por unos días
de trabajo en la playa lo mismo que durante
un mes en Buenos Aires. Los jefes les entregaban
chips, tarjetas telefónicas y computadoras
con modems inalámbricos para que
ninguna de las nuevas intervenciones veraniegas
fueran detectadas.
La tarea consistía en
escuchar ininterrumpidamente dos radios
que no fueran del Grupo Clarín por
persona y tomar apuntes tal como lo hacían
en las oficinas de San Telmo. Estos apuntes
debían ser quemados sistemáticamente
para que no quedaran rastros de sus tareas.
Cadena monopólica. El
jueves último, cuando la solicitada
de Marcela y Felipe ya estaba publicada
en los principales diarios del país,
La Ese recibió una visita en sus
oficinas. Era un ejecutivo de Clarín
que iba a certificar que ese grupo de tareas
estaba en pleno funcionamiento justo el
día de la publicación de la
solicitada. Necesitaban que las páginas
webs estuvieran inundadas de mensajes en
los cuales se entendía “la
ternura de una madre a sus dos hijos adoptados”.
En cambio de asumir la cruda realidad: Ernestina
Herrera Noble está sospechada de
fraguar la verdadera identidad de Felipe
y Marcela.
El viernes pasado al mediodía,
Carlos Souto dio la orden de parar las otras
actividades de la agencia. El portal digital
de Crítica había lanzado una
encuesta en su página web, preguntando
si Marcela y Felipe Noble Herrera eran rehenes
de Clarín o eran manipulados por
el Gobierno. El porcentaje mayoritario votaba
por la opción “rehenes de Clarín”.
Souto pegó el grito en el cielo y
ordenó que todos sus empleados dejaran
las tareas y clickearan para que Clarín
ganara esa supuesta encuesta virtual. Detalle
final: esta historia tomada como un juego
digital por jóvenes que no saben
cuáles son sus derechos y obligaciones
tiene un pariente terrorífico en
el pasado reciente. Es una réplica
de las usinas de desinformación de
agentes y ex agentes de las Fuerzas Armadas
de seguridad que en los primeros años
de la democracia sembraron el temor y el
clima de desestabilización de determinado
grupos de poder.
Fuente: Miradas
al Sur.
Tomado de estiloradio.com.ar
Buenos Aires, 6 de mayo
de 2010