Estamos hablando de Norma Beatriz Guimil.
La pequeña gran mujer que no se resignó
a la ignominia y la muerte a la que Menem,
Cavallo, las recetas del Fondo y la crueldad
del neoliberalismo, habían destinado
para los ancianos en nuestro país
en la oscura década de los '90. La
misma que popularizara la Bersuit en “Señor
Cobranza”* y Pappo en “Mi vieja”.
Era viuda, tenía cuatro hijos, doce
nietos, cobraba $150 de jubilación
y padecía un cáncer que consumió
su cuerpo pero no su espíritu.
Norma Beatriz Guimil de Plá. Norma
Plá. Una mujer común en una
situación excepcional.
Una de terror
En el cuadro, vemos una “película”,
no una “foto”. A lo largo de
ocho años, la pobreza en pensionados
y jubilados mayores de 65 años, descendió.
Y disminuyó de manera significativa:
de casi el 30% al insignificante 2,6% en
2012. La reducción de la pobreza
en los adultos mayores ha sido del 85% en
todo el tramo de mediciones.
Mientras un jubilado percibía $150
mensualmente, en la misma época,
un director de AFJP cobraba $ 110.000. Setecientas
treinta veces más.
El Ministerio de Trabajo, había otorgado
un beneficio de $ 150 a las personas de
más de 70 años que no fueran
titulares de ningún beneficio asistencial,
graciable, no contributivo o previsional,
de carácter monetario. En una primera
etapa se circunscribió su aplicación
a las provincias de Formosa, Misiones, Jujuy,
Chaco, Corrientes, Salta, San Juan, Entre
Ríos, Catamarca, Tucumán,
La Rioja y Santiago del Estero. Era marzo
de 2003. También el gobierno de Duhalde
había instrumentado el “Programa
Adulto Mayor Más” dirigido
a aquellas personas en estado de vulnerabilidad
social que se encontraban sin amparo previsional
o no contributivo, y que poseían
una edad de setenta años o más,
ofreciendo además una cobertura de
salud.
Pero aquella ayuda –por demás
irrisoria– era incompatible de ser
recibida si el “beneficiario”
recibía alguna ayuda provincial.
Como ejemplo de tales “subsidios”
citamos: Salta $ 13 por mes; Corrientes
$ 50 por bimestre; Entre Ríos $ 22
por mes. La injusticia seguía consumándose
y el nuevo gobierno –nacido de la
voluntad popular– tendría que
hacer frente a todas estas dificultades.
La situación de la mayoría
de ellos ha sido –junto a la infancia–
una de las más graves debido a que
los planes alimentarios que asistían
a los mayores en condición de pobreza
siempre fueron insuficientes (recordemos
que sólo el 35% de los ancianos que
vivían en la indigencia y/o pobreza
en 1999, recibían una magra ayuda
alimentaria del Estado sumado a los consabidos
intentos de desmantelar ese dispositivo
de asistencia (cuando no a la suspensión
lisa y llana de la asistencia en virtud
de la “Ley de Déficit Cero”
acordada entre el Gobierno de Fernando de
la Rúa con el Fondo Monetario Internacional),
sumada al recorte del 13% de las –ya-
magras asignaciones, daba a estos argentinos
sólo un drama sin solución
de continuidad. De este modo, unos 2 millones
de personas que cobraban un haber mínimo
de $ 390 en 2001, habían perdido
en el 2002 un 70% del poder adquisitivo.
¿Sólo la muerte quedaba en
el destino?
Tras la megadevaluación de 1988-1991,
las jubilaciones argentinas estuvieron congeladas
en su nivel más bajo. Durante la
ola de ajustes y privatizaciones, la seguridad
previsional fue privatizada en consorcios
de bancos que tuvieron a disposición
fondos por U$S35.000 millones, apropiándose
un tercio en carácter de comisiones.
El resultado fue catastrófico e inclusive,
cayó la cobertura. Pero en los últimos
diez años se recompusieron anualmente
hasta que en 2008 una ley estableció
que tenga dos alzas anuales y hoy Argentina
tiene las jubilaciones y la cobertura previsional
más alta de América Latina.
Desde 1993, en adelante, las jubilaciones
permanecieron congeladas, inclusive cuando
estalló la convertibilidad y la devaluación
fue del 400%.
No sólo se postergaba a los jubilados
de entonces, también se hipotecaba
el futuro: en 1994, con el apoyo del Banco
Mundial y el FMI, el ministro de Economía
Domingo Cavallo privatizó la cobertura
previsional y dejó en mano de los
bancos un descomunal negocio con los aportes
patronales y de los trabajadores, manejando
fondos por U$S35.000 millones. Así,
con comisiones de hasta el 30% de los aportes
previsionales, las AFJP embolsaron U$S10.000
millones y al cabo de diez años,
la cobertura previsional cayó un
10%.
A fines de los '90 y profundizada la crisis
en 2001-2002, la situación de los
jubilados argentinos era dramática.
Eran comunes los casos de inanición
y suicidios por imposibilidad de subsistencia
de abuelos que se sentían una carga
imposible para sus hijos desocupados. En
1993, las jubilaciones fueron congeladas
en $150 y recién en 2003, (diez años
más tarde), fueron aumentadas a $220.
Una de las primeras medidas que tomó
Néstor Kirchner, cuando asumió
la presidencia en 2003, fue decretar un
aumento del 47%, pese a las exhaustas arcas
estatales tras el default. Desde entonces,
cada año se fue actualizando del
mismo modo hasta que en 2008 se sancionó
la Ley de Movilidad Jubilatoria que estipula
dos aumentos anuales.
Además, las subas estuvieron por
encima de cualquier cálculo de inflación:
27% en 2010; 37% en 2011; 31% al año
siguiente y se alcanzó el 32% para
2013. Comparado en dólares, pasó
de U$S150 a los U$S432 de hoy, constituyéndose
en la mejor jubilación de toda América
Latina.
Sumado a esto, el Estado, que en 2003 destinaba
el 4.1% del PBI a los abuelos, ahora invierte
el 7.7%, y se duplicó la cantidad
de jubilados, alcanzando los 7.3 millones,
e incluyendo al 95% de adultos en edad de
retiro. Esta cifra es estimada por la CEPAL
como la mayor cobertura de América
Latina.
Es importante señalar que la administración
de los aportes de los trabajadores (mal-llamada
por los medios, “de los jubilados”,
en la medida en que los retirados de hoy
cobran los aportes de quienes están
activos, por eso es de solidaridad intergeneracional)
da lugar a inversiones fundamentales como
el plan de viviendas Pro.Cre.Ar., y al crecimiento
de otros sectores estratégicos con
resultados inapelables: el Fondo de Garantía
de Sustentabilidad aumentó un 198%
con la gestión de Anses en 2008,
y hoy alcanza los $292.172 millones.
La Argentina, fue uno de los países
latinoamericanos que más ampliaron
las pensiones y las jubilaciones en los
últimos 10 años, destacó
un informe recientemente publicado por el
Banco Mundial. El estudio titulado “Más
allá de las pensiones contributivas”,
analizó 18 experiencias en América
Latina, concluyendo que nuestro país
cerró definitivamente la crisis estructural
del sistema provisional, siendo –junto
a Bolivia– los dos casos modelo de
equidad distributiva.
Luego de una década de jubilaciones
congeladas por el neoliberalismo, desde
2003 el Gobierno Nacional marcó una
línea de reparación histórica:
hoy Argentina tiene las jubilaciones más
altas de América Latina y la mayor
cobertura previsional.
Los Números de la Muerte
El 29 de noviembre del año 2002,
una noticia daba la vuelta al mundo: “Murieron
134 personas por desnutrición en
San Juan”. El Censo del año
2001, decía que San Juan tenía
una población de 620.000 habitantes.
Y las cifras de la pobreza en Argentina,
establecían que más de 400
mil sanjuaninos eran pobres, y de ellos,
más de 120 mil presentaban carencias
alimentarias graves. Era lógico.
Era la primera noticia que desnudaba la
gravísima crisis por la que atravesaban
los argentinos, luego, vendrían otras
crudas verdades: la desnutrición
crónica de los niños en Tucumán.
El informe decía algo dramático:
la gente mayor se moría de hambre.
El dato se esparcía por México,
Ecuador, Inglaterra, y el resto del mundo,
hasta llegar al estado de anestesia en que
nos encontrábamos.
Según los registros de los partes
de defunción en los hospitales públicos
sanjuaninos, en el 2000 murieron en total
57 personas por desnutrición en San
Juan, de las que 46 fueron ancianos y 5
niños menores de 14 años.
El primer niño en morir por hambre,
se llamaba Jesús. En 2001 fallecieron
por desnutrición 82 personas, de
las que 73 fueron mayores de 60 y 3 niños
de menos de 14 años. También
se indicó que los casos son provenientes,
en su mayoría, de los barrios periféricos
de la Ciudad Capital. Las últimas
cifras indicaban que entre los fallecidos.
105 fueron ancianos, 13 jóvenes -de
entre 15 y 30 años- y 13 niños
menores de 14 años. Las muertes tuvieron
su mayor impacto en mayores de 60 años,
entre los que, (desde el 2000 a la fecha),
se registrara un aumento del 128% de muertes
por esta causa.
Este panorama más que escandaloso,
se replicaría en todo el país.
Así, un estudio realizado por la
OPS, indica que se registraron 2000 casos
de similares características en un
relevamiento realizado en sólo tres
hospitales de Capital Federal. Imaginar
la progresión que esto implica tanto
para Buenos Aires como para el país,
era escalofriante.
Claro, era la primera vez que estas muertes
tomaban estado público. Las primeras
muertes por hambre habían comenzado
ya hacía dos años antes y
los primeros en morir habían sido
los mayores de 60 años. Algo “lógico”,
dado que durante diez años habían
sido condenados a padecer innumerables penurias
cuando el neoliberalismo les ofrecía
$150 por mes. Ellos fueron los primeros
en luchar y los primeros en caer.
Un Tranvía llamado Equidad
Luego de una década de jubilaciones
congeladas por el neoliberalismo, desde
2003 el Gobierno Nacional marcó una
línea de reparación histórica:
hoy Argentina tiene las jubilaciones más
altas de América Latina y la mayor
cobertura previsional.
Tras la megadevaluación de 1988-1991,
las jubilaciones argentinas estuvieron congeladas
en su nivel más bajo. Durante la
ola de ajustes y privatizaciones, la seguridad
previsional fue privatizada en consorcios
de bancos que tuvieron a disposición
fondos por U$S35.000 millones, apropiándose
un tercio en carácter de comisiones.
El resultado fue catastrófico e inclusive,
cayó la cobertura. Pero en los últimos
diez años se recompusieron anualmente
hasta que en 2008 una ley estableció
que tenga dos alzas anuales y hoy Argentina
tiene las jubilaciones y la cobertura previsional
más alta de América Latina.
Desde 1993, en adelante, las jubilaciones
permanecieron congeladas, inclusive cuando
estalló la convertibilidad y la devaluación
fue del 400%.
No sólo se postergaba a los jubilados
de entonces, también se hipotecaba
el futuro: en 1994, con el apoyo del Banco
Mundial y el FMI, el ministro de Economía
Domingo Cavallo privatizó la cobertura
previsional y dejó en mano de los
bancos un descomunal negocio con los aportes
patronales y de los trabajadores, manejando
fondos por U$S35.000 millones. Así,
con comisiones de hasta el 30% de los aportes
previsionales, las AFJP embolsaron U$S10.000
millones y al cabo de diez años,
la cobertura previsional cayó un
10%.
A fines de los '90 y profundizada la crisis
en 2001-2002, la situación de los
jubilados argentinos era dramática.
Eran comunes los casos de inanición
y suicidios por imposibilidad de subsistencia
de abuelos que se sentían una carga
imposible para sus hijos desocupados. En
1993, las jubilaciones fueron congeladas
en $150 y recién en 2003, (diez años
más tarde), fueron aumentadas a $220.
La Argentina, fue uno de los países
latinoamericanos que más ampliaron
las pensiones y las jubilaciones en los
últimos 10 años, destacó
un informe recientemente publicado por el
Banco Mundial. El estudio titulado “Más
allá de las pensiones contributivas”,
analizó 18 experiencias en América
Latina, concluyendo que nuestro país
cerró definitivamente la crisis estructural
del sistema provisional, siendo –junto
a Bolivia– los dos casos modelo de
equidad distributiva. Sin embargo, y como
dicen Sabina, los diarios… bah! algunos
diarios no hablaban ni de ti, ni de mí,
ni de ustedes, ni de nosotros… ¿De
qué hablaban?
¡Callan Sancho!
Señal que cabalgamos
Recuperada la democracia en 1983, se hace
ostensible la adulteración del Índice
de Remuneraciones que desde 1979 venía
perpetrando Martínez de Hoz para
pagarle al FMI con la plata de los jubilados.
La movilidad de los haberes dependía
de la evolución de los salarios en
actividad que surgían del índice
elaborado por la Secretaria de Seguridad
Social, indicador que por decisión
del entonces Ministro de Economía
del gobierno de facto fue distorsionado,
reduciendo así en un 16% las jubilaciones
en 1979 las que en 1983 ya padecían
una quita del 37%. Adulteración estadística
respecto de la cual no tengo memoria que
el periodismo de investigación hubiere
dado cuenta, y de la que los argentinos
recién pudimos advertir cuando, recuperada
la democracia, nos anoticiamos que se le
estaba quitando cerca de un 40% del haber
a nuestros padres y abuelos. Esto denunciaba
el abogado, Profesor de Derecho de la Seguridad
Social en la Facultad de Ciencias Sociales
de la UBA y Editor Responsable del Semanario
Digital Lo Social José Luis Di Lorenzo
en 1986 y fue más extenso en su planteo
cuando concurrió al Congreso de La
Nación a exponer sobre el saqueo
de nuestros recursos sociales a manos del
sistema financiero y el rol de los “medios”
ya sea silenciando o peor aún, desinformando.
En la columna de la izquierda, puede verse
cómo desde los titulares, las editoriales
y una suerte de periodismo de declaraciones
de los dos medios hegemónicos de
la prensa argentina, calificaban sin ningún
reparo ético de ROBO, ESTAFA y EXPROPIACIÓN,
a la aprobación del Proyecto del
Sistema Integrado Provisional Argentino
aprobada por el Senado en el año
2008 y que diera lugar a la ley 26425 por
la que se re-estatizaban los fondos “administrados”
por las AFJP. Es cuanto menos llamativo
que esos mismos “medios” no
usaran estos calificativos cuando –por
ejemplo– Erman González (Ministro
de Economía del menemato) realizara
el “canje compulsivo de los depósitos”
y se quedara (¿robo, estafa, expropiación?)
con el ahorro de miles de argentinos. No,
sólo se leía en aquellas páginas
“Plan Bónex”. Todo un
símbolo de la desinformación.
Más aún, cuando el Gobierno
actual, cancelara aquella “travesura”
neoliberal, sin comerla ni beberla.
El colmo de todo este “tratamiento
desinformativo”, llegó hace
poco. Cuando la 2da etapa del Plan de Inclusión
llamado “Plan de Universalización
Jubilatoria” fue anunciado por la
Presidenta de la Nación el 04 de
junio. El Plan de Inclusión Previsional
puesto en marcha en 2005, durante el gobierno
de Néstor Kirchner, permitió
incorporar 2,8 millones de adultos mayores
al sistema. La cobertura previsional trepó
de 66,1 hasta el 93,8 por ciento actual,
el nivel más elevado de toda América
latina. Como consecuencia de más
de tres décadas de incremento sistemático
del desempleo y la precarización
laboral, junto con la privatización
del sistema de la seguridad social, 4 de
cada 10 abuelos quedaron excluidos en los
'90 del derecho a la jubilación.
El instrumento redundó en una sensible
mejora distributiva entre los adultos mayores
y se convirtió en una política
de igualdad de género, ya que el
73 por ciento de las jubilaciones otorgadas
gracias a aquella moratoria fueron para
mujeres. La segunda etapa del Plan de Inclusión,
que arranca ahora, ampliará la fecha
límite para regularizar aportes hasta
el 31 de diciembre de 2003 para incorporar
a medio millón de argentinos excluidos
de este derecho. El Plan permitirá
completar aportes hasta el 31 de diciembre
de 2003, con quita de la deuda con la Anses
y un plan de 60 cuotas. Con esos beneficios,
el 99% de los argentinos accederá
a la jubilación.
Ese mismo día, CLARÍN y LA
NACIÓN en sus respectivas tapas,
IGNORARON el anuncio.
6118 días pasaron desde aquel 11
de marzo de 1992 hasta el 9 de diciembre
de 2008 – día en que el Boletín
Oficial publicó la Ley Nº 26.425
Sistema Integrado Previsional Argentino
– conocida como la Ley de Reforma
del Sistema Previsional. Norma no estuvo
allí para celebrar ese momento. Ni
Norma, ni su esposo, que era obrero gráfico
y lo habían despedido en 1982 porqué
la fábrica quebró y después
de eso no volvió a encontrar trabajo.
Ese hombre que mientras estuvo con vida,
hizo todo lo que pudo como tantos otros
hicieron lo que pudieron durante esos años
siniestros.
No estuvo Norma, ni estuvieron los miles
de jubilados que murieron mientras luchaban,
los que se quitaron la vida por no soportar
la idea del desamparo, ni los otros miles
que la pulseada del tiempo les ganó
en silencio en algún rincón
de sus hogares.
Norma se llevó consigo 26 procesos
judiciales por tirar huevos al Congreso,
al Consejo Deliberante, al Banco Hipotecario
Nacional, a la DGI y al Ministerio de Economía.
Se llevó un ramillete de moretones
y golpes por la decena de veces que fue
detenida por la policía y fue honrada
con las medallas de las denuncias y juicios
que el gobierno de Menem impulsó
en su contra. Supo elegir a sus enemigos.
Y el grado de infamia y miserabilidad de
ellos le dio estatura a su humanidad.
El pueblo la bautizó como la Abanderada
de los Jubilados. Por eso hoy escribimos
estas palabras. En memoria de los que lucharon
y como legado para las nuevas generaciones.