Un picado sobre la Carlos
Gardel
Una vez
que baja el sol, sobre la cortada que da
al shopping se pueden apreciar a decenas
de niños que salen a jugar en el
ilustre pasaje. Otra forma de utilizar el
espacio público por los vecinos del
Abasto.
Una postal de otro tiempo
aquí y ahora. Como un desafío
al paso de los años, resulta grato
y llamativo que aún se vean las calles
del viejo abasto pobladas de vecinos disfrutando
del espacio público. Los chicos que
juegan con sus vecinitos sobre en las veredas,
junto a sus familias en las puertas de sus
casas disfrutando de la tarde citadina.
“Siempre venimos
acá”, nos cuenta uno de los
tantos chicos que sale a patear unos pelotazos
con sus amigos. Con gambetas y risas se
escurre la tarde entre Anchorena y Jean
Jaurés.
La zona de Abasto se caracteriza
por tener una fuerte identidad barrial.
Sus teatros, el tango y las organizaciones
vecinales son parte fundamental. Además,
otro de los pilares que constituye al barrio
es la vida cotidiana. La apuesta está
en lo simple, lo cotidiano de transitar
una vereda y que las calles no sean sólo
pasillos para llegar a algún lado.
A veces resulta un desafío dejar
de lado lo mecánico de correr por
ellas como quien persigue lo inalcanzable.
Sentir a las calles del barrio como lugar
de referencia y encuentro es el mensaje.
En momentos donde el “acuartelamiento”
en los hogares pareciera ser -para varios-
la única alternativa de dispersión,
cabe nombrar que se vean vecinos en las
calles recuperando ese espacio tan del vecino:
las calles del rioba. No es poco en estos
tiempos.
J.M.C.
Buenos Aires, 28 de enero
de 2010