El joven teatrista Nacho
Ciatti ha puesto en escena, de un tiempo
a esta parte, su obra Alemania.
En esta, el foco temático está
puesto en la familia. El argumento es,
más o menos, el siguiente: un padre,
escritor consagrado y con mucho dinero,
abandona a su familia, a la que deja de
ver por el lapso de unos veinte años,
radicándose en Alemania, comenzando
allí su nueva vida; y sin dejar
rastros de su existencia. Es decir, se
borra olímpicamente. Y un buen
día, sin mediar aviso de ninguna
índole, decide volver al seno de
lo que había sido su hogar, como
si nada hubiera pasado; después
del suicidio de la que había su
joven esposa germana durante la luna de
miel, que pasaban en los Alpes Bávaros.
La familia se sorprende
por esta nueva aparición del pater
noster, como es de preveer… Aunque
sin dejar de celebrar su llegada, a su
modo, claro. Ya que este grupo familiar
pareciera que no puede hacer mucho más;
habiendo quedado como anclado en el pasado.
Así el tono de esta obra es siniestro
y de claros ribetes tragicómicos.
Toda la acción
de este espectáculo se desarrolla,
casi, sobre la cama matrimonial que impera
en el centro de la escena… Allí
los personajes en cuestión duermen,
bailan, juegan, discuten. Todo. La cama
como representación del matrimonio
y, en algún punto, como la imagen
misma de la familia… Aunque un tanto
venida a menos. Una familia disfuncional
más. Signo de estos tiempos, y
que tanto conocemos en la escena del off
porteño.
Alemania como obra esta
estructurada en base a escenas cortas,
y efectivas; poniendo todo el acento en
los vínculos entre los personajes.
Todo gira así en derredor del padre
que pasa, sin miramientos, de un momento
a otro, de la candidez y la ternura para
con su nuevo/viejo grupo familiar al más
puro estado de autoritarismo y crueldad,
sin consideración alguna.
Y la familia asimila,
resistiendo, como puede, esta nueva situación.
Es muy interesante ver cómo se
cierne una sombra de venganza sobre este
padre que ha vuelto, por parte de la que
era su esposa y su hijo mayor, aún
resentidos por el abandono. Como para
compensar, un poco, los daños acaecidos
en todos esos años de ausencia
pretenden quitarle el dinero. El que escapará
a esta lógica será el hijo
menor, que ni recuerda a su padre. En
él está puesta, pareciera
ser, la esperanza y la pureza de los tiempos
por venir. Así, en las nuevas generaciones
pareciera señalarnos el autor,
está la apuesta -al no estar estos
contaminados por la especulación
ni el engaño- abriéndose
así, un poco, una ventana de luz
hacia el futuro y dejando entrar un poco
de aire fresco al presente.
Para agendar.
Marcelo Saltal
[email protected]