Sobre el tango Gricel
de José María Contursi
Hace unos días
caminando por alguna calle de la comuna
escuché la voz de Hugo Marcel cantando
Gricel. Logré identificar el lugar
que no voy a decir cuál es y entré
para escuchar más claramente. Para
mi asombro me encuentro que además
de un portentoso equipo de sonido había
gente bailando. Salí y terminé
de escuchar en la calle.
No sé si era
una milonga o una clase de tango o un
encuentro de turistas. Sólo sé
que una vez más todo lo que se
vulgariza se corrompe. Bailar Gricel es
de herejes.
No me parece que Mariano
Mores haya imaginado una parejita bailando
mientras creaba su música. Mores
describió el dolor de un amor por
aquel momento frustrado.
En el año 1935
José María Contursi era
locutor en radio Stentor e incipiente
poeta. Allí cantaban las hermanas
Nelly y Gory Omar, amigas de la familia
Vigano (los padres de Gricel desde el
tiempo en que todos eran vecinos en Guaminí.
En ese momento la familia vivía
en Capilla del Monte). Y allí en
la radio la joven Gricel de 16 años
conoció, presentado por las hermanas,
a José María Contursi, ya
casado y con una hija, ya buen mozo y
seductor.
Se dice que fue
amor a primera vista. A partir de ese
momento, y a su vuelta a Capilla del Monte,
Gricel ya había cambiado. Y su
distracción era notoria. En 1938
José María Contursi sufre
una infección intestinal que si
bien fue medicada no dejó al poeta
en muy buenas condiciones de salud; y
recibió de parte de su médico
el consejo de la época: “los
aires de la sierra”. Y hacia allí
fue y buscó a Gricel. La familia
no pudo impedir el romance entre la niña
y el seductor poeta porteño. Cuentan
que entre los años `38 y `40 Contursi
viajó muchas veces a Capilla del
Monte. Es de suponer que la excusa de
la fiebre le sirvió varias veces.
Según la historiadora
Lucia Gálvez en su libro Romances
de Tangosostiene que a partir de ese momento
la producción de Katunga está
marcada por la culpa de haber hecho a
Gricel promesas que no podía cumplir;
y la abandonó sin muchas explicaciones,
siendo consciente del gran amor que la
joven sentía por él. La
relación siguió de manera
epistolar hasta que un día la joven
recibe en una carta la letra de Gricel.
A partir de allí jura no llorar
y sobreponerse a su dolor, y decide rehacer
su vida. En tanto la producción
de Contursi siempre habla de este amor.
Y Gricel lo sabía. Y fueron para
ella algunos de los versos más
hermosos de la lengua española.
Entre ellos “Quiero verte una vez
más”, “Tú”,
“En esta tarde gris” y “Cristal”
(otra vez con música de Mariano
Mores).
En 1949 Gricel se casa
con Jorge Camba y tuvieron una hija, Susana.
Pero el matrimonio no prosperó.
A veces los Dioses nos
dan una mano. Y fue así que en
1962 llega a Capilla del Monte Ciriaco
Ortiz — gran amigo del poeta—
y le trae la noticia de la viudez de Contursi,
de su adicción al alcohol y de
su recuerdo por ella. Y allí fue
Gricel al rescate con su hija Susana de
la mano.
El reencuentro fue en
la confitería El Molino. Desde
entonces Gricel vuelve muchas veces a
Buenos Aires y se aloja en la casa del
poeta. Pero el alcohol seguía presente
en la vida de Contursi. Y es allí
donde ella decide que vayan a instalarse
en Capilla del Monte. El 16 de agosto
de 1967 se casan. El matrimonio duró
cuatro años y nueve meses porque
el 11 de mayo de 1972 fallece José
María Contursi.
“Gricel”
expresa treinta años de dolor y
es una obra de arte integral en letra
y música.
Por eso, por amor a
ellos decidí volver y dejar pegado
en la puerta el siguiente cartel: “el
tango es un sentimiento que se baila cuando
no hay cantante”. Y agregué
la versión de Anibal Troilo.
Viviana Campos
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