Revista N°201

Tragar o escupir

Editorial 201

 

Observando el mural que adorna la tapa veía que el tipo, adragonado, como que escupe o vomita algo parecido al agua. Por otro lado, permaneciendo en la observación podría ser que traga un chorro o algo así. Como fuere, mi bocho se disparó a que hoy la sociedad está inmersa en esa dicotomía, nos tragamos lo que nos venden, las noticias, las modas, los discursos, la cultura, o hasta una contracultura, la TV, Netflix, Internet, etcétera o cuestionamos mal, como vomitando la crítica, tomando partido en contra a lo Calabró, solo por ser contra, reventando solo por representar lo que odiamos porque vemos solo una parte. Así sea una iglesia o un puente. La iglesia podrá representar opresión para alguno, pero también representa amor y fe. Un puente recién pintado podrá representar a la gestión (y hay “opo” que lo grafitea), pero también representa un embellecimiento del barrio. Las cosas tiene dos caras. O más, diría Harry (El lobo estepario, Herman Hesse).


Hay pocas instancias, y menos gente, que logre deshilvanar y criticar con ánimo constructivo, separando realmente “el grano de la paja”… Y eso se debe a muchas cosas pero hay dos cuestiones básicas que me vienen en mente en este instante:
Primero. Pensar cuesta esfuerzo, tomar partido, no. La actividad intelectual requiere de un desarrollo del pensamiento que no está al alcance de todos porque el sistema atonta y mantenerse lúcido implica un compromiso, un trabajo. ¡Y a pesar de eso la mayoría de la gente está convencida de que piensa! Lamento desilusionar a la mayoría, eso no es así. De lo contrario jamás hubiesen ganado elecciones tipos que no solamente juegan en contra de los intereses de la mayoría sino que encima juegan para sí mismos por lo que hasta el epíteto de “derecha” les queda grande (derecha implica apostar al mercado, no llevarse la guita a fuera).

Segundo. Las distintas varas y las mentiras. Es de tal magnitud el bombardeo mediático y tanta la mentira que confunde. Casos recientes: las mentiras, exageraciones y comentarios tóxicos en torno al reciente recital del Indio. O la lupa en la ruta del dinero “K” y en buscar encarcelar a la expresidenta cuando lo implicado en la ruta del dinero “M” es muchísimo más dinero en juego (cien o doscientas veces más) y encima están en el poder. Ante estas situaciones los que desentrañan muchas veces vociferan, gritan, vomitan… otros tragan y continúan en “la rueda del ratón”.


Criticar algo no implica que todo este mal. Está bárbaro que el gobierno haga parques con duchas, aunque mejor sería que saneara el lago o el río que está en frente de la “playa”. Está genial que venga una nueva policía más activa, pero hay que estar atentos a que sea realmente para el vecino y no entre en persecuciones políticas ni a reprimir porque sí. Está muy bueno que haya obra pública, pero cuidemos de no endeudarnos hasta explotar nuevamente. Etcétera.


Y lo más importante, escuchémonos. Muchos funcionarios tienen buenas intenciones, pero su signo político hace que el opositor no lo tome en serio. En el ámbito social debe primar lo que beneficia a la mayoría, sin dejar de considerar a las minorías. Por esta razón aplaudo los acuerdos interpartidarios, que bajo iniciativa y apoyo vecinal se vienen gestando en nuestros barrios como lo son el Parque Estación y la Manzana 66. Esto muestra que aún podemos. Sin tragarnos todo, y sin vomitar descontroladamente. Podemos ponernos de acuerdo. Solo debemos saber qué necesitamos, escucharnos y aflojar un cambio.

R.S.

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