Revista N°202

LA RISA Y LA CULPA COSMICA

Aporte

“…para disolver en la risa filosófica certidumbres paralizantes, no hay nada mejor que mostrar que tuvieron un inicio…” (1)
Hace muchos años en una ventana de la Facultad de Bioquímica de la UBA aparecía escrito:
“A mi abuelo lo mató un bioquímico – Firmado: un ratón”.

Alguien se divirtió escribiendo esto y también hizo sonreír a los transeúntes. No le importó la ciencia, el avance, el positivismo, las experiencias cruentas con animales, ni el aspecto “sacrificial” inherente al ser humano, tan estudiado y tan negado a la vez. Saltó por encima de todo y consiguió que los peatones cayéramos en una emboscada graciosa. He aquí el tema, el nudo existencial: poder salir del laberinto de la “modernidad líquida, era del vacío, desertificación del pensamiento, modernismo, postmodernismo, estructuralismo, mayo francés y narcisismos varios” y llegar en algunos momentos, sólo en algunos momentos medidos en infinitésimos, al “…dichosos los que saben reírse de sí mismos, porque nunca terminarán de divertirse…” (2)
      Reírse por ejemplo de que la Humanidad es responsable de las explosiones solares y las manchas del Sol. Reírse de que los humanos pueden manejar una erupción volcánica. Reírse de que las personas, las instituciones y los gobiernos pueden evitar los movimientos de la placa de Nazca.
      ¿No es demasiado trascender desde el antropocentrismo terráqueo, en una ambición de pensamiento desmedida, al antropocentrismo cósmico? ¿Por qué vivir alentando la culpa cósmica pisciana? Por más que nos esforcemos, el Sol va a hacer lo que le venga en ganas y si quiere aumentar la temperatura lo va a hacer y se quiere disgregar en un nuevo Big Bang también se va a dar el gusto. Basta ir para atrás unos miles o millones de años, como se quiera, para ver que las glaciaciones y la separación de continentes, ocurrieron porque sí, porque el Universo no se tomó la molestia de consultar a la Humanidad de ese tiempo cómo hacer, ni la culpó de esos “desastres”. Ocurrió así, porque nos guste o no, hay un orden universal maravilloso donde la Humanidad tiene un rol medido en ultramicronanos comportamientos.

Los seres humanos somos responsables de un ínfimo acontecer universal tanto en lo social, en lo político, en lo ambiental y en la alteración del ecosistema. ¡Y ya hay mucho camino hecho en esto de tomar conciencia, cambiar la matriz energética, de reducir la emisión de gases efecto invernadero, la huella de carbono y la huella de agua! Con todo este cúmulo de actividades tenemos suficiente para ocuparnos y cargar con las responsabilidades correspondientes. Lo demás, lo grande, lo cósmico, por más que nos preocupemos, no lo vamos a poder manejar.
     Entre risas y llantos tratemos de hacer lo mejor posible a nuestro alcance, pero no nos carguemos además con la culpa cósmica. ¿Cómo habrá sido la sonrisa de satisfacción y de triunfo de los “muchachos” que mandaron a Giordano Bruno a la hoguera? (3). Ellos tenían certidumbres blindadas, mientras Giordano nos estaba dando el concepto de la relatividad de la Tierra con respecto al Universo. Y ahora esbozamos cierta sonrisa de desdén al ver tamaña desmesura de la Inquisición…
      Pareciera por momentos que nos hiciera falta un Garrick (4) que nos haga reír a carcajadas como lo hacía con los caballeros ingleses víctimas del spleen. En algunos ambientes se nota un halo de niebla, quizá legítimo, pero nunca debería perderse de vista de que si hay oscuridad, hay luz, si hay tristeza, hay risa. En este terreno entramos también en el género teatral, donde en base a repeticiones sucesivas, el personaje “encarna” en el actor, por ende, y si hace falta, compremos una risa a la “Standard Smile Company”(5), hasta que se nos encarne y podamos librarnos un poco de la culpa de todos los “males” cósmicos.

 

Carlos A. Quevedo
(Buenos Aires, 1947), Pensador “amateur” - Ingeniero Químico especializado en Calidad de Aguas y Prevención de Contaminación Hídrica.

 

Referencias:
(1) “El auge de la tecnología ambiental alternativa” – Juan Robert - México - IFDA Dossier 67 set/oct 1988.-
(2) “Reír, reírse – felices los que saben reírse…” – Tomás Moro
(3) “La Conquista de América” – Tzvetan Todorov – Siglo XXI Ed. – 2012 – pág. 230.-
(4) “Reír llorando” – Juan de Dios Peza – Poeta mexicano.
(5) “Antología Rota – Me compraré una risa” – León Felipe – Losada – 1998 – pág. 152-156.-

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