Revista N°206

Merendero popular

“Pantalón Cortito” está en Alsina 2560

Tres veces a la semana asisten cerca de 60 niños y adultos. Integra la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, que brega por una ley de emergencia alimentaria para la Ciudad de Buenos Aires.

    Una mesa larga con platos llenos de torta fritas y vasos con mate cocido. Tres veces a la semana, cerca de 60 chicos y adultos, algunos en situación de calle o con distintas problemáticas familiares, se sientan a llenar la panza, pero también a aliviar el peso de los días y los momentos difíciles; a sentirse en comunidad, a escuchar y ser escuchados como gesto de camaradería. Esta es la tarea que emprenden, desde hace seis meses, los miembros del merendero 'Pantalón Cortito' del Movimiento Evita Comuna 3.   La sede, donde también se hace apoyo escolar, capacitación en oficios y otras actividades, está ubicada en la calle Alsina 2560, a metros de la Plaza 1 de Mayo de Balvanera.
     “Nuestra actividad pasaba como centro cultural. Discutimos para hacer meriendas a modo de cierre de actividades los sábados a la tarde con los chicos. Poco después la demanda nos pasó por encima y dijimos de hacer un merendero tal como hoy funciona”, nos contó Alejandro Martínez, miembro del Evita de Balvanera. Ahora las tortafritas y el mate cocido está los martes, jueves y sábados desde las 17.
     Los primeros platos, vasos y cubiertos, los donaron vecinos de la cuadra. Al día de hoy siguen colaborando, pero el grueso de los víveres llega a la calle Alsina porque Pantalón Cortito integra la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP). “Por la ley de emergencia social (sancionada por el Congreso de la Nación), se asigna una partida para los comedores y merenderos; eso sí, está aprobada pero viene en cuentagotas”, aclaran en el merendero del barrio.
     La CTEP y otras organizaciones sociales piden que se apruebe además una ley de emergencia alimentaria en el ámbito porteño y en el nacional. Barrios de Pie elaboró en este sentido un 'Indicador Barrial de Salud Nutricional' que estudió un total de 706 niños y adolescentes de entre 2 y 19 años que asisten a los 12 comedores capitalinos de este movimiento social. Sin discriminar grupo etario, se concluyó que el 49%, es decir 347 chicos o uno de cada dos chicos, se encuentran en alguna de las variantes de malnutrición, en especial obesidad y sobrepeso.
     El salón de Adolfo Alsina 2560 es rectangular. Las paredes están llenas de fotos, cartulinas pintadas y artesanías hechas por los asistentes del merendero y también por quienes van a apoyo escolar o las otras actividades de esta casa social. Son el resultado de distintas actividades y dinámicas. Una de las que más llama la atención es una hecha con fotos de pibes asesinados en casos de gatillo fácil.
    Con este testimonio, la charla con los hacedores del merendero lleva hacia el aspecto social del barrio. Cuentan que desde que empezaron hasta el presente el número de anotados aumentó en forma considerable.


    No es sólo el mate cocido y la torta frita. Quienes se sientan en esta mesa rectangular también encuentran un espacio de contención, donde pueden hablar en voz alta si la mayor parte del tiempo lo hacen casi en susurros, o, por el contrario, pueden serenarse luego de andar horas y horas en plena exaltación. “Cuando abrieron las puertas del merendero, abrieron las puertas para que los chicos puedan hablar de sus problemas”, nos dice la joven Jaz Saul, quien también está al frente de esta acción social en Balvanera.
     No es la primera vez que en el Evita reflexionan sobre los dramas sociales de Balvanera. En una nota pública difundida en redes sociales, habían expresado sobre la estigmatización: “Hoy volvemos a vivir una situación donde los pibes no tienen ninguna esperanza de futuro. El que quiere estudiar no puede porque primero hay que resolver la comida, el que busca laburo no lo consigue, al que reclama le meten palo. Los pibes con los que la policía ahora espectaculariza detenciones de “narcos del Once” son el último eslabón de la cadena, los que venden para poder seguir consumiendo, los que no tienen nada que perder, ninguna esperanza de futuro y se limitan a intentar sobrevivir. Nunca vemos que se ataque a quienes son realmente los dueños del negocio, los que utilizan a los pibes de mano de obra barata para vender en los barrios como el nuestro”.
    En este marco, en el merendero viven como un gran logro cada centímetro de confianza que se genera con quienes asisten. Cuentan que ayuda a consolidar salir a la Plaza 1 de Mayo a pelotear un rato. De hecho, el anteúltimo sábado de julio el Evita de la Capital Federal organizó un campeonato de fútbol para vecinos bajo el lema “Sin Potreros no hay 10”, que era un programa del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Fue una jornada donde ocho equipos jugaron toda la tarde. Dentro de la sede, hacer artesanías o dibujar son otras de las opciones que atraen a quienes asisten al merendero.
    “Se trata de darles el tiempo que ellos necesitan para hacer algo que les gusta. Cuando entran acá se olvidan por un rato lo que viven allá afuera”, concluye Jaz sobre las distintas problemáticas sociales que afectan vecinos y residentes de Balvanera.


J.M.C.

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