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Desde abril tienen sede social en Constitución 2884 y ofrecen un “variopinto” de talleres y encuentros sociales. En diciembre de 2016 se aprobó, por segunda vez tras un veto del Poder Ejecutivo, una ley para hacer actividad en el predio público de Constitución 2345. Esperan la resolución oficial ya que el lugar está tomado.
Los socios y vecinos del Club Deportivo San Cristóbal cerraron su primer año con casa propia. El sábado 9 de diciembre, pleno feriado, se reunieron en la sede social de Constitución 2884, para brindar por el trabajo y los logros. Tras hacer actividades en un local de prestados, abrieron sus puertas en abril y desde entonces ofrecen talleres para todas las edades que van del yoga al ping pong y organizan encuentros sociales como torneos de truco, peñas folclóricas y varietés de circo; aparte de jornadas al aire libre en Plaza Martín Fierro. Hubo asado en la vereda y música en vivo. Esperan que, más temprano que tarde, puedan hacer la misma fiesta en Constitución 2345, en el predio público que les corresponde usar por 20 años mediante una ley de la Legislatura porteña. El lote en cuestión está intrusado y restan muchas gestiones oficiales al respecto.
Mientras tanto, los socios y vecinos pueblan Constitución 2884 con entusiasmo. “Queremos generar espacios de reunión, que siempre faltaron acá”, dice a este medio Federico Lucía, secretario del club. En el Deportivo San Cristóbal confluyen instituciones con larga trayectoria como el Centro Murga Resaca Murguera de San Cristóbal y el Centro Murga Magia Murguera. Agustín Beledo, presidente del club, agrega: “San Cristóbal es, como decía el historiador del barrio Jorge Larroca, el barrio olvidado, queremos hacer actividades para que haya movida social y cultural”, agrega.
Beledo fue campeón de kick boxing y tiene contacto con deportistas e instructores. Es una de las disciplinas más populares en la casa de la calle Constitución, con el profesor Juan Gauna al frente. “Tenemos iniciación deportiva (a cargo de Juan Pablo Deguer) que es muy cara en otros clubes y acá está accesible gracias al esfuerzo del profesor y del club, es una de las más convocantes”, dice el presidente. También tiene convocatoria el ping pong, a cargo de Rodrigo Delgadillo y Facundo Rotryng. Las actividades circenses son otro espacio concurrido, fruto del trabajo de Lucía en centros culturales e instituciones de arte; hay acrobacia en dúo a cargo de Geniol; acrobacia de piso y minitramp con Sol y Sebastián; elongación a cargo de Paula Berón; hulahula con Marina Corgo. También hay taekwondo a cargo de Martín Franco; danza contemporánea con Analía Slonimsky; yoga a cargo de Alan Daud Enzenhofer; ajedrez de Facundo Meneses.
“Estamos cumpliendo un sueño. Nos costó mucho llegar a donde llegamos”, dice Beledo, con quien hablamos por primera vez para nuestra edición gráfica de junio de 2013. En la nota “Nuevo punto de encuentro vecinal” informamos que el 23 de mayo de 2013 la Legislatura porteña había aprobado una ley de doble lectura para que el club tenga permiso de uso a título precario por 20 años en el terreno de Constitución 2345 (LEY N° 4.562), donde funcionó el Patio de Recreación Activa Nº 5. La autora del proyecto fue Silvina Pedreira (PJ). La primera lectura se aprobó en la sesión ordinaria del 2 de diciembre de 2011. La audiencia pública fue el 16 de mayo del 2012.
Sin embargo, al mes de sancionada, el 25 de junio de 2013, en el Boletín Oficial se dio a conocer el Decreto 233/013.El Poder Ejecutivo local, a cargo de Mauricio Macri en ese entonces, había vetado el uso del predio. “Decían que éramos un espacio político, y eso no es verdad, nos prestaban un local donde teníamos actividades, de ahí la confusión”, dijo Beledo. Lejos de bajar los brazos, insistieron. La legisladora María Rosa Muiños (Bloque Peronista-Unidad Porteña) ingresó el proyecto por segunda vez en la Legislatura porteña. Era todo un desafío parlamentario. “Creíamos que no se iba a dar o iba a tardar mucho tiempo. Fue todo lo contrario, hubo un cambio de actitud en el oficialismo”, agregó Beledo.
El 3 de diciembre de 2015 se aprobó la primera lectura del proyecto para darle permiso al club de San Cristóbal (ver “Nueva chance para el Club Federal San Cristóbal” de nuestra edición gráfica, febrero 2016). Luego se hizo la audiencia pública el 13 de abril del año pasado y varios meses más tarde, en la sesión del 7 de diciembre, se avaló la segunda lectura (LEY N° 5.739); al mes se refrendó en el Boletín Oficial.
“En enero se confirmó que teníamos el predio. Como presidente fui a hacer la posesión, pero no pude porque está intrusado. La gente no se quiere ir. Es algo que nos excede. Tengo mediaciones. Hay tres tipos de ocupantes. Hay un grupo de cartoneros, una persona que se hizo una vivienda y unos chicos que de mala manera le sacan plata a la gente, alquilan canchas”, contó Beledo.
“Sentíamos que iba a pasar mucho tiempo hasta que estuviéramos en Constitución 2345, así que decidimos abrir nuestra sede, tener nuestro espacio”, dice el presidente. Luego de patear el barrio encontraron el galpón, acordaron con sus dueños y se instalaron. Antes fue una maderera y un depósito de pintura. Por las dimensiones no pueden tener actividades como fútbol infantil o patín. Pese a esta situación, ponen foco en disciplinas no tan tradicionales para clubes de barrio. Beledo y Lucía lo ven como un punto a favor en el perfil y la impronta del club.
En el frente de la sede social se luce un cartel con el emblema del club. Es un círculo de borde negro con rayas rojas, blancas y azules, que evocan el emblema del barrio. En el centro están en negro las mayúsculas SC (San Cristóbal) rodeadas por dos rosas (una a la mujer y otra a Cruz del Sur) y un cañón (parque de artillería de Plaza Lavalle durante la segunda fundación de Buenos Aires a cargo de Juan de Garay), ambos elementos del blasón del barrio, que fue hecho por Enrique Febbraro (creador del Día del Amigo y socio fundador del Rotary Club de San Cristóbal) y el profesor y artista plástico Pericles Puente, según heraldica argentina.
Por dentro, sobre el muro derecho hay una gigantografía de casi dos metros de alto con el emblema del club. En la planta principal es donde se llevan a cabo todas las actividades. Algunos días hay colchonetas; otros, tablones para compartir meriendas o mesas de ping pong. Al fondo están el bufet y los vestuarios; arriba hay un entrepiso. Beledo y Lucía dicen que antes había salas en mal estado que hubo que demoler y hacer de vuelta. Los socios con ayuda de los vecinos pusieron manos a la obra para acondicionar el lugar.
“Somos un club bebé, más allá de todo lo de antes, que fue trasmutando, concluye Federico Lucía, secretario del club. Estamos felices por todo el trabajo que tenemos. La remamos todos los días. Tratamos de generar recursos para poder mantener las puertas abiertas, porque las cuentas suben todos los meses. A nosotros nos genera la necesidad de laburar más, de hacer más movidas. Para poder mantener el club vivo”.
J.M.C.