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“Mi barrio es lo más”, dice Catalina Cabana y se ríe cómplice. Por este amor al Abasto y al tango es que leyó, escribió, analizó, volvió a las fuentes una y otra vez. Muchos textos que cruzan ambas pasiones se publicaron en esta revista. Ahora, sale a la venta un libro donde se ahonda esta idea fuerza: “Hay paralelismos entre el tango y el Abasto. Cuando uno estuvo en auge, el otro también”.
“Primero había empezado a trabajar la identidad barrial del Abasto, la arquitectura. Después me metí con lo que pasaba con el tango. Por qué dejaba de ser popular. En una época todos sabían quién era Troilo, escucharan o no tango. Hoy no pasa eso con grandes referentes como Ariel Ardit o el Chino Laborde”, explica.
“Fue un segundo, ahí me di cuenta: la historia del tango y la del Abasto se cuentan juntas”. La investigación de Cabana pone como punto de partida a 1893, cuando se inaugura el primer Mercado de Abasto. “El de hierro”, singulariza ella. Es la estructura que hoy se conserva hacia el lado de la calle Lavalle. “Se da cerca de la llegada de Carlos Gardel al país. Uno de los grandes paralelos ocurre en los años 20. El tango empieza a ser reconocido, tal como ocurre con esta zona de la Ciudad de Buenos Aires. Antes la consideraban una periferia, un suburbio, un lugar de marginales. El Mercado se expande, tiene frigorífico. La zona es pujante”, agrega.
Cabana recuerda que a mediados de la década del 30 se construye el edificio de hormigón armado del Abasto, la edificación definitiva, la que está sobre Corrientes. “En el libro digo que es importante ver que Gardel no conoció el Abasto de hormigón (él muere el 24 de junio de 1935, pero el 7 de noviembre de 1933 estuvo por última vez en Argentina antes de ir de gira por Estados Unidos y Europa; mientras que la inauguración del Mercado de hormigón fue el 24 de marzo de 1934), pero su relación es mítica, está en el imaginario popular. No podes separarlos”, agrega.
“En los 40 el tango esta en apogeo absoluto. Es la era dorada con grandes cantores y orquestas. El Abasto está en su punto de apogeo también. Sin embargo, llega una meseta en los años 50. La parte visible es el incendio en 1952 que duró tres días seguidos. Empiezan a haber regulaciones en los horarios de carga y descarga, la dinámica cambia, mengua la actividad. Se empieza a percibir descuidos en el inmueble. El tango empieza a estancarse también. En los 60 entra la nueva ola con referentes como Palito Ortega que cambia la vida musical de Buenos Aires”.
“En los años 70 hay un tango donde se encuentran referentes como Amelita Baltar, muy piazzollera. El Abasto empieza el declive definitivo. Ya en esa época se rumorea el cierre, a la par de nuevas leyes que impiden vender alimentos mayoristas en la Ciudad. En los 80 el tango desaparece tal como se había conocido. El Abasto cierra en 1984”. Fue cuando abrió el Mercado Central en Tapiales, al sur del conurbano.
“La década del 90 el tango fue muy del under. Se escuchaba en sótanos, lugares lúgubres. En esa época el Abasto, antes de la reapertura como centro comercial, también tenía ese aire under. Hay poetas y referentes contraculturales como Batato Barea, lugares de referencia como Babilonia (hoy Uniclub)”, dice Catalina sobre el fin de siglo.
Entrada la década del 2000 “el tango revive, se empieza a ver la escena que es hoy en día. El Abasto también cobró nuevo impulso en esos años y es el punto cultural que hoy vemos”. Sitios emblemáticos como el Club Atlético Fernández Fierro, La Catedral, El Museo Casa Carlos Gardel, Cátulo y otros tantos, con su diversidad, aportan a la diversidad y vigencia.
Terminado el libro, Catalina piensa en sus futuros lectores: “Invito a mirar el Abasto de otra manera. No es un barrio que esté en un mapa ni en catastro con límites precisos. Sin embargo, vos hablás del Abasto y sabés donde es”.
J.M.C.
La Casa del Tango, un espacio para reivindicar
La presentación del libro Catalina se presenta este 17 de marzo a las 19 en la Casa del Tango, en Guardia Vieja 4049, en Almagro. Fue fundada por Osvaldo Pugliese, vecino del Abasto. Catalina nos cuenta que parte de lo recaudado con las ventas del libro irán en forma de donación para La Casa del Tango. “Es un lugar importante para la historia del tango y no debe estar en estado de abandono”, enfatiza la autora.
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