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El mundo empresario ha ido desarrollando una habilitad que se le ha ido tornando imprescindible si quiere mantener su cuota de ganancia (o más bien, aumentarla).
CARÁCTER CONTRADICTORIO DE LOS AVANCES TECNOCIENTÍFICOS
A esta altura del desarrollo tecnocientífico y los consiguientes desarrollos de la comodidad y condiciones de vida placenteras por un lado, y de la contaminación y su ominoso significado como bomba de tiempo de alcance planetario por el otro, hemos ido entrando en un cono de sombra que los medios de incomunicación de masas se cuidan de no mencionar, como la soga en la casa del ahorcado.
Este ”segundo” lado que mencionamos, que no es segundo, implica un deterioro potencialmente devastador. Secuelas -inevitables- de enfermedades nuevas (autoinmunes creciendo en progresión geométrica) y otras no tan nuevas; cánceres, alergias, distintos tipos de mialgias, esterilización progresiva y creciente, multiplicación de malformaciones congénitas; extinción de especies animales y vegetales, de micro y macro flora y fauna; una crisis sobrecogedora del mundo de los insectos [1] (algo que se nombra de vez en cuando, recordando un abejicidio generalizado sostenidamente llevado a cabo por los modernísimos laboratorios agroquímicos y bioingenieriles).
Por cierto que la medicina oficial, y sin mentir, nos puede decir que cada vez hay una longevidad mayor y más “joven”, que la medicina ha avanzado mucho en sus conocimientos sanitarios; ha mejorado muchísimo las técnicas quirúrgicas y aprendido a usarlas mucho menos, este último fenómeno, aparentemente contradictorio, no lo es en absoluto; es sencillamente un avance de la sabiduría humana (al menos en el rubro de la medicina mecánica). Si recurrimos, en cambio, a la medicina para diagnóstico, veremos que, al menos la medicina oficial, como décadas atrás, sigue apostando a reguladores mecánicos más que a transformaciones endógenas de nuestros cuerpos.
Aun con tales mejores tecnocientíficas estamos agotando el planeta.
¿QUÉ HACE EL MUNDO EMPRESARIO CON ESTAS CONTRADICCIONES?
Dirijamos nuestra mirada al mundo empresario. Y fundamentalmente al de las grandes empresas transnacionales de salud, alimentos y medicina.
Tanto los laboratorios -de alcance mundial- como los consorcios continentales o mundiales de provisión de alimentos han ido advirtiendo esa “tijera” entre las mejoras materiales de las capas medias urbanas y el desastre ambiental, creciendo ambas, como gemelos siameses.
La política emprendida ha sido, a grandes rasgos, no ocultar lo inocultable sino, al contrario, explicitarlo y a la vez avanzar en los desarrollos tecnocientíficos. Que están, precisamente, en el origen del descalabro ambiental, pero que son lo que les han deparado grandes utilidades
Tomemos un ejemplo. Tal vez el más común y cotidiano. Las botellas de plástico de agua de uso cotidiano.
Una sutil propaganda nos ha hecho creer que todos atravesamos en nuestros tareas cotidianas una suerte de “desierto de Sahara” por lo cual es previsor andar siempre con una botellita de medio o tres cuartos de litro encima, para no “deshidratarnos”.
Ése ha sido un primer indicio, ejercido mediante inducción por las embotelladoras.
También sabemos que el agua corriente, hasta hace pocas décadas, en las ciudades; nuestra agua potable, por diversas causas ha ido perdiendo calidad; la invasión de contaminantes que no son debidamente filtrados en el “camino” del agua a nuestras canillas, hace que optemos por proveernos de agua embotellada que se la supone mejor controlada.
No hay muchas ciudades como Roma, que para evitar la invasión de plástico en lo vertederos y zonas de residuos, han provisto de agua potable a todas las -numerosas- fuentes de agua que existen en la ciudad.
Nosotros hemos optado por aceptar un agua inaceptable en nuestros lavabos y canillas, para hacer sopa o higienizarnos, y tomar agua embotellada como garantía -presunta- de potabilidad.
Pero las fábricas embotelladoras de agua “potable” no han podido rehuir el hecho, contundente de que las botellas de plástico son un lastre insustentable para cualquier proyecto de salud planetaria.
El volumen de agua embotellada es tal que sus botellas de use y tire constituyen el principal obstáculo a la higiene ambiental.
LAS EMPRESAS QUE USAN Y ABUSAN DEL RECURSO DE LAS BOTELLITAS PLÁSTICAS NO PUEDEN ESCAMOTEAR SU NOCIVIDAD
Y aparecen los cartelitos:
“Menos PET más vida.”
“Una vez consumido, destruya el envase.”
“Material reciclable.”
“Menos material PET en los envases para cuidar nuestro planeta.”
“Nueva tecnología de reducción de material PET de los envases mejorando el cuidado del medio ambiente.”
Y el broche de oro:
“Nuestra planta está certificada bajo las normas ISO 900.”
Observe el paciente lector que no escatiman reiteraciones; todas declaraciones para persuadirnos de que hacen las cosas bien.
En rigor, están contaminando el planeta, envenenando los mares, los ríos, dificultando la recuperación de materiales, pero todo ello como si las empresas de aguas embotelladas fueran los campeones de la ecología de una economía sustentable.
Está clarísimo que una apuesta tipo como la del municipio de Roma sería mucho más beneficiosa para el ambiente y hasta para nuestros cuerpos. Pero echaría a perder el negocio de las embotelladoras, en primer lugar Coca-Cola, otrora vendedora de un elixir mágico, compuesto con coca, y hoy en día, siguiendo los aires dietéticos que ya han superado lo light, se ha convertido en dietética y “saludable”, proveyendo de agua potable.
Señalamos la “menuda” cuestión de nuestros cuerpos, que se nutre con agua potable corriente y no con agua embotellada en plástico.
Encima de las frases ya transcriptas los botellitas ahora de PET aligerado rezan:
“No exponer al sol ni al calor.”
¿Por qué esa aclaración? El polietileno “migra” del envase plástico a su contenido -agua, vino, aceite, vinagre- a 40 grados centígrados de calor. Obsérvese que no hablamos de 200 grados o ni siquiera 100 o 60. Cualquier temperatura veraniega en nuestras latitudes la sobrepasa. Dijimos, polietileno, PE. No sabemos el comportamiento del PET, polietilenftalato. Pero nos tememos que no sea nada mejor, dato que los ftalatos son ablandadores, comprobadamente tóxicos.
Por eso la leyenda en la botellitas de no exponerlas al sol o al calor.
En resumen, las empresas siguen contaminando el ambiente e incluso a nuestros cuerpos, emitiendo a la vez consignas precautorias para tener en cuenta. Y que nosotros, consumidores y clientes, sigamos atados a sus suministros.
¿Cómo afrontar semejante esquizofrenia en los mensajes? Y no se trata sólo de empresas comercializadoras de agua, movidas por el lucro; los reguladores públicos las legitiman.
¿Cuántas enfermedades están vinculadas con las sustancias con las que estamos cotidianamente en contacto? No lo sabemos porque no se invierte en averiguarlo.
Pero sí sabemos que la medicina como el dios Jano, tiene dos caras: una que avanza raudamente, como señalamos al principio, otra que está permanentemente frenada. Pensemos en “el país de la soja”; la quintuplicación de cánceres en esas zonas que denuncia la Red de Médicos de Pueblos Fumigados y tendremos una pista.
Volveremos en próxima nota.
Luis E. Sabini Fernández
[1] Entre el 75% y el 80% del mundo animal, nosotros incluidos.