Adiós
a La Boero
Días atrás,
me tocó trabajar
como actor en mi adaptación
teatral del clásico
shakespereano, Hamlet...(acorralado),
y mientras yo hacía
la función, inmerso
en esa maravillosa tragedia
situada en el castillo de
Elsinor, justo enfrente
de donde yo estaba actuando,
velaban en su teatro, Andamio
90, a uno de los mayores
referentes de la historia
del teatro argentino.
Había
muerto Alejandra Boero.
Actríz,
directora, docente. Y una
luchadora inclaudicable
por la dignidad y calidad
no sólo del teatro
independiente sino también
de la sociedad toda. Muy
pocos sepan, tal vez, que
esta Ciudadana Ilustre de
Buenos Aires (nombrada así
en el año 2000) y
galardonada por el premio
Mayores Ilustres que otorga
la Cámara de Diputados
de la Nación tiempo
antes de las caceroleadas
del 2001 ya hablaba de la
agonía de la clase
cultural y para tratar de
revertir un poco esa situación
salía con sus obras
de teatro llevándolas
por diferentes villas miserias
y comedores comunitarios.
La Boero era así.
Era una figura ilustre pero
por sus actos, por lo que
hacía y no por sus
títulos honoríficos
de los cuales, además,
tanto desconfiaba.
Fundadora
del histórico grupo
Nuevo Teatro, que supo albergar
entre sus huestes a figuras
tales como Héctor
Alterio, Enrique Pinti y
Juan Carlos Puppo, entre
otros. También fue
una activa integrante de
otro recordado grupo teatral
como lo fue La Máscara.
Fundadora, además,
de MATE (Movimiento de Apoyo
al Teatro) en los comienzos
de la década del
90. ¿Cabe decirlo?
Amaba al teatro con todas
las fibras y entrañas
de su ser y era tan fuerte
su pasión por su
profesión que esto
la llevó a fundar
no una sino ¡¡¡cuatro
salas teatrales!!!... Estas
fueron: Nuevo Teatro, Planeta
(que es hoy el actual Lorange),
Nuevo Apolo y, finalmente,
su último espacio
Andamio 90.
La
Boero... Una grande. Con
todas las letras.
Fue
muy extraño y triste
para mí acercarme
aquel viernes hasta el teatro
El Fino, la sala donde actualmente
estoy trabajando, rumbo
a mi función hamletiana
y encontrarme cerca del
final de mi trayecto con
un montón de coronas
florales en la vereda de
Andamio despidiendo a esta
mujer.
Nosotros,
con el grupo, trabajamos
igual. Ella lo habría
querido así. Y fue
una muy buena función.
Yo, íntimamente,
se la dediqué a ella.
Ahora, desde acá,
sólo nos queda decirle
adiós y gracias.
Muchas gracias por todo.
M.S.
Revista El Abasto,
n° 76, mayo 2006.