El
hijo
Oliver (Olivier
Gourmet) está a cargo
de la dirección del
taller de carpintería
de un centro de reinserción
social para menores. Francis
es un nuevo adolescente
que ingresa al taller.
La
presencia de Francis perturba
a Oliver hasta el punto
de espiarlo primero, rechazar
tenerlo a cargo luego y
sorprendentemente pedir
tenerlo bajo su mando más
tarde.
La narración gira
en torno al interés
de Oliver por el chico,
sus pensamientos, su persecución,
su extraña atracción
por el joven será
el eje de la acción.
Estructuralmente,
el film podría dividirse
en dos grandes secuencias.
La primera se sostiene desde
el suspenso y la intriga
que se suscita en el extraño
interés de Oliver
para con el muchacho y la
segunda también desde
la intriga, pero el foco
esta puesto esta vez en
el accionar de Oliver.
Una vez más la paradoja
esta puesta en las relaciones
humanas extrañas
a la lógica, lo que
las torna interesantes desde
lo impredecible.
La
focalización de la
narración está
puesta en el punto de vista
de Oliver y esa elección
se sostiene desde un manejo
de cámara en mano
que sigue los pasos de este
personaje en primeros planos,
tornando la imagen un tanto
perturbadora para aquellos
que prefieren un cine de
estructura clásica.
En
concordancia con la estética
moderna trabajada por los
directores en sus filmes
(La Roseta, Promesa, El
niño)- el film construye
una mirada fragmentada,
que invita al compromiso
desde la observación,
pero que toma la suficiente
distancia para no juzgar
el comportamiento de los
personajes.
Si
hay un efecto que este film
no sostiene es el efecto
moralizante. Los hermanos
Dardenne proponen, muestran
y se comprometen con la
historia, presentan la situación,
el conflicto se sostiene
desde la actuación
centrada en el detalle,
en la forma y en armonía
con la imagen.
Sin
embargo, lo que sorprende
de este film no es el manejo
de cámara, ni su
estética moderna
que lo distancia de un cine
clasicista, sino la construcción
del suspenso y la intriga
a partir de la imagen, con
total ausencia de música,
utilizando el diálogo
como herramienta pero nunca
como pilar del relato.
El
film se cuenta desde el
silencio, desde el vacío
que separa las palabras,
las imágenes, los
gestos. El vacío
es el verdadero protagonista.
Ya que una vez más
pesa lo que no se dice,
gran ventaja que se convierte
en obra cuando se trabaja
como es el caso, con talento
artístico.
Lorena
Rueda
[email protected]
Le fils. Francia/Bélgica.
2002. Dirección:
Jean-Pierre y Luc Dardenne.
Intérpretes: Olivier
Gourmet, Morgan Marinne,
Isabella Soupart, Nassim
Hassaini, Kevin Leroy, Félicien
Pitsaer.
Revista El Abasto,
n° 80, septiembre 2006.