Jazz
en 72 DPI v.1.2
FOTO: Fernándo
Muñoz, Juan Carlos Fenn y Juan
Carlos Mineldín.
Desde aquel cavernícola
que en las paredes de su refugio en
Altamira representara un bisonte,
objeto de sus deseos, la figura del
animal que reunía el abrigo
para el crudo invierno y la carne
para saciar el hambre, el hombre ha
venido reproduciendo a través
de imágenes aquello que lo
apasiona, lo conmueve, que afecta
sus sentidos y exalta sus sentimientos.
Así es cómo los artesanos
en las culturas primitivas con el
doble fin de expresar su sensibilidad
y de embellecer lo cotidiano, los
objetos de uso diario y doméstico
dieron origen a bellas piezas de cerámica
inca, porcelana china o telas japonesas.
Esta necesidad
de agradar nuestros sentidos, con
los objetos que nos rodean, en el
trabajo artesanal, devino en nuestros
tiempos, con el mismo afán
estético, en diseño
industrial, gráfico o de la
moda, por requerimientos del industrialismo
multiplicador.
Desde Altamira hasta los murales de
Michelangelo y desde Andy Warhol hasta
el graffiti, la vocación del
artista plástico ha buscado
no sólo nuevos contenidos sino
también ha evolucionado en
la apropiación de espacios
alternativos a la tela. Muros, objetos
y mosaicos dejaron de ser tales cuando
los artistas los convirtieron en soportes
de sus trabajos.
Este
mismo proceso se registra en la pantalla
de una computadora, el más
individual y más universal
de los inventos de los últimos
cien años. Los fonds d'ecran
nacieron como un anónimo espacio
tecnológico y funcional; luego,
comenzaron a ser concebidos como una
mesa de trabajo personal que debía
incorporar, a elección del
usuario, alguno motivos predeterminados
(con idéntico criterio de elección
que el utilizado para el tapizado
de una silla de oficina o para el
mantel del comedor).
En un paso
ulterior, la mirada humana convirtió
al monitor mismo en portarretrato
de fotos familiares, de actores favoritos
o de paisajes entrañables,
la elección que hacemos, habla
de nosotros, nos expone ante los demás,
en nuestros gustos, afectos y preferencias.
La experiencia personal ya ha desembarcado
en el espacio previrtual de la computadora.
El uso cotidiano
ciertamente resignifica las cosas
de este mundo. Pero también
es cierto que el arte suele irrumpir
en esas cosas para darles una nueva
vida como lo hizo Michelangelo con
la Capilla Sixtina o Andy Warhol con
la sopa Campbell. Para el arte, la
pantalla de una computadora, se ofrece
no ya como un espacio destinado a
"wallpapers" predeterminados
o la foto familiar, sino como una
generosa tela en blanco disponible
para la producción plástica.
Visite la exposición
Jazzdesktops por Juan Carlos Fenu
en el Conservatorio de Música,
Sarmiento 3401 esquina Gallo, durante
el mes de junio.
Juan Carlos
Fenu
Artista digital y director de arte
del jazzreview.com
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